Hoy hablamos de la reedición del primer proyecto de Jordan Draper. Se trata de Turin Market, un pequeño título de subastas.
Este juego ha sido diseñado e ilustrado por Jordan Draper (Import/Export (aquí su reseña)), que también edita el título. Se trata de un juego de 2 a 5 jugadores, que brilla más a un mayor número de participantes. Su duración es de unos 30 minutos y la edad mínima recomendada es de 9 años.
¿DE QUÉ VA?
Nos encontramos en Turin, Italia, en pleno siglo XVIII. Las bulliciosas calles del centro contienen el mercado semanal, en el que los intercambios de bienes son constantes y los comerciantes buscan el trato más beneficioso para sus bolsillos.
Turin Market es un juego de set collection mediante un sencillo sistema de subastas. Se trata de un juego en el que la entrada de dinero es prácticamente nula, por lo que la gestión de los scudos es muy relevante.
¿QUÉ LLEVA EN LA CAJA?
La pequeña y desteñida caja contiene:
- 18 cartas de mercancía.
- 5 cartas de préstamo.
- 4 cartas de pago de bienes, que sirven de referencia.
- 36 scudos en madera grabada.
- 9 fichas de líder, una por recurso.
- Un ganso.
El juego depende muy poco del idioma y cuenta con reglas en español en formato digital, algo que gustará a más de uno. Los componentes, como viene siendo habitual en esta editorial, son de una calidad muy notable, contando con cartón y madera cortada a láser, algo muy vistoso y agradable al tacto.
¿CÓMO SE JUEGA?
El objetivo en Turin Market es sacar tantos scudos como sea posible mediante la compra-venta de mercancías. En el juego encontramos nueve tipos de bienes que los jugadores verán dibujados en sus cartas y que deberán ir subastando para, al final de la partida, tener la mayoría de algunos de ellos.
Cada jugador recibirá de 3 a 6 cartas, dependiendo del número de jugadores de un mazo de tan solo 18. En cada una de esas cartas encontramos tres bienes distintos con una cantidad variada de cada uno de ellos.
Dado que usaremos una carta por ronda, deberemos mirar bien de qué disponemos en nuestra mano y qué nos interesa conseguir o, por el contrario, qué cartas preferimos vender.
En cada ronda, cada jugador elige una carta y la coloca boca abajo en el centro de la mesa. Cuando todos hayan elegido su carta, se volteará para ver el contenido de la subasta de la ronda actual. Cada ronda se resolverá con una subasta de puño cerrado, por lo que deberemos pensar la cantidad que queremos pagar y ponerla dentro de nuestro puño.
Iniciaremos la partida con tan solo 15 scudos y, a excepción de contadas ocasiones, no conseguiremos ingresos durante el desarrollo de la misma. ¡Tenlo en cuenta!
Nuestro objetivo es tener la mayoría de algunos tipos de bienes de cara al final de la partida y no acumular muchos bienes de los tipos de los que no tengamos la mayoría, dado que estos harán que perdamos dinero.
Cuando todos los puños estén en el centro de la mesa, cada jugador revela su apuesta. Si hubiera empates se resuelven entre los empatados con una subasta a puño cerrado en la que deberán añadir uno o más scudos a lo anteriormente ofrecido, algo que suele ser costoso.
En orden del mayor a menor postor, los jugadores ganarán una o más cartas de la mesa, dependiendo del número de participantes. De esa manera, a más jugadores, más mercado habrá en el centro de la mesa y mayores elecciones podremos llevar a cabo si ganamos la ronda.
Tras cada ronda, los jugadores deben mirar qué jugador posee la mayoría de cada uno de los nueve recursos para distribuir las fichas de líder de cada tipo. Estas fichas pretenden que podamos ver quién posee cada mayoría de una forma visualmente clara.
Antes de empezar la siguiente ronda, los jugadores pueden poner a la venta alguna carta que hayan ganado a través de las subastas. Para ello, deben colocar tantos escudos como el valor que quieran dar a la carta. Esto hace que, hasta que sea vendida, nos limita nuestro presupuesto de la partida. Una vez determinado el precio, cualquier jugador puede elegir comprarla, en cualquier momento, pagando el coste correspondiente al vendedor y adquiriendo así la carta.
Si en algún momento de la partida no tenemos dinero suficiente para proseguir, deberemos obtener un préstamo. Este crédito, con más comisiones que Cofidis, nos ofrece 10 scudos pero deberemos devolver 15 al final de la partida. ¡Pocos ganan con un préstamo a la espalda!
Cuando hayamos usado todas las cartas de nuestra mano, una por ronda, la partida llegará a su fin. Ahora solo falta determinar el ganador de la partida mediante el cobro que genera cada una de las mayorías.
El jugador que tenga la mayoría de un recurso concreto obtiene tantos scudos como indique la carta de referencia. Por otra parte, cada jugador que posea, al menos, un recurso de los que no tiene en su mayoría, deberá pagar una moneda al que tenga la mayoría. De esta manera, es muy importante no tener una gran variedad de recursos, puesto que nos haría perder una gran cantidad de scudos. En caso de empate se divide el cobro a partes iguales entre los empatados.
El jugador que acabe con más dinero en su bolsillo será el ganador.
¿CÓMO QUEDA EN LA MESA?
No encontramos un gran despliegue en Turin Market, por lo que no necesitamos un gran espacio ni una gran preparación. En pocos minutos podremos empezar a comprar barato y vender caro en la plaza de Turin.
¿QUÉ NOS PARECE?
Turin Market es el primer proyecto de Jordan Draper, algo que se nota en algunos aspectos del diseño pero que ofrece unas subastas interesantes y una reedición que entra por los ojos.
A Jordan le conocimos con Import/Export (aquí su reseña), una buena mezcla de dos conocidos juegos que supo editar de una forma visualmente atractiva, antes de que Dark Flight pasara a llamarse por el nombre del diseñador y editor de cada uno de los proyectos. Tras su exitosa campaña de los tres primeros juegos basados en TOKYO, nos gustó ver que reeditaba Turin Market, un título más sencillo y pequeño. Un juego de subastas en caja pequeña es algo que difícilmente podemos dejar pasar, como ya nos ha pasado con Streaming (aquí su reseña), Byzanz (aquí su reseña) o Venture Angels (aquí su reseña).
En la caja encontramos, dentro de lo que cabe para un juego de cartas, una producción atractiva. No es que tenga una gran cantidad de contenidos, ya que solo hay 18 cartas de bienes, haciendo que podamos definirlo como microjuego, aunque éstas se acompañen de más cartas y unos cuantos tokens de bienes y de scudos. Cabe destacar que tanto el cartón como las cartas son de la calidad que esperábamos viniendo de esta editorial, y las monedas en madera barnizada y grabada con láser hacen que el juego desprenda calidad.
¿Otro juego de subastas? Pues sí, es difícil desmarcarse de lo que ya hay en el mercado y es una de esas mecánicas en las que la sencillez y la elegancia suelen ser algo que marida muy bien. En este sentido, Turin Market no pretende complicar demasiado la experiencia y se basa en dos reglas fáciles de entender. Jordan Draper suele decantarse por lo minimalista y una iconografía austera y clara, que suele generar poca o ninguna confusión. En Turin Market seguimos viendo que, aun con una tipografía más barroca que combina bien con el tema del juego, todos los elementos gráficos están diseñados de la mejor manera posible. El hecho de que cada carta contenga tres bienes, un elemento nuclear del juego, hace que en cada ronda debamos ir sumando cada bien para ver quien posee, en estos momentos, la mayoría y así cederle el marcador correspondiente. Eso puede enlentecer la partida a cinco jugadores, en las que en cada turno la situación cambia de forma radical, haciendo que la partida se alargue un poco más de lo deseable y podamos tener la sensación de que estamos más tiempo sumando que jugando.
Y es que al ser un juego con tan pocas rondas, pese a que la duración de la partida sea de unos 30 minutos, cada turno tiene una importancia muy significativa, de modo que tener bien sumado cada uno de los bienes es importante para decidir la siguiente carta que vayamos a añadir a la subasta. Dicho sea de paso, nuestra carta solo será una fracción de la subasta, cosa que hace que la sensación de control sea menor de lo que cabría esperar y que, en partidas a dos o tres jugadores, puede ser una carga para el ganador de la subasta que, aun siendo el primero en elegir qué cartas llevarse, se cogerá más de una y eso puede transformarse en un pago hacia otro jugador al final de la partida.
En cuanto a su modo de puntuar al final de la partida, el regusto nos recuerda a Startups (aquí su reseña), el juego de OINK Games, aunque en este otro juego no encontramos un sistema de subastas. Aquí cada carta contiene más bienes, de modo que visualmente es más complicado de controlar, pero la esencia es la misma.
Tampoco es un juego agradecido en los empates ni con los perdedores. Por un lado, perder cada subasta nos va a costar dinero, ya que deberemos pagar la mitad de lo apostado en la banca. Esto podría ser poco doloroso si no fuera porque tenemos 15 scudos para todas las rondas del juego. Puede que a cinco sea suficiente, dado que las partidas tendrán menos rondas que a dos o tres, pero el dinero es algo escaso que, además, no se obtiene durante la partida, haciendo que siempre estemos cerca de coger un préstamo, algo muy punitivo dado su elevado interés. Para poder obtener alguna moneda adicional el juego nos permite poner en venta alguna de las cartas que ya hayamos adquirido. El problema es que para ponerle un precio debemos tener monedas suficientes para dejar sobre la carta, haciendo que inicialmente nos salga caro poner algo a la venta. Aunque este elemento de reventa puede parecer interesante, le resta algo de dinamismo al juego y es una acción que pocas veces hemos llevado a cabo. Si bien genera una interesante interacción y nos interesa para poder vender aquellas cartas que nos vayan a perjudicar al final de la partida, puede ser difícil calcular el valor de la carta y, sobre todo, las consecuencias que ésta tendrá en la zona de juego de cualquiera de los rivales.
Respecto a la anterior edición, en esta se han reenfocado los ingresos de cada bien al final de la partida, en beneficio de que el más valioso sea ahora el bien más abundante, y no al contrario. Este reajuste en las reglas y la inclusión del ganso hacen que el lavado de cara sea suficientemente atractivo para obtener este juego que, sin ser imprescindible, ofrece un juego de pocas rondas con importantes decisiones. Y es que el ganso, sin una función concreta, nos empuja a usar reglas caseras. Aunque en el reglamento incluya un par de propuestas, una de ellas específica para resolver los desempates sin hacer perder más dinero a los jugadores involucrados, da cierto margen a que los jugadores puedan usar la figura de otras maneras.
Por todo esto, pese a que nos gusta contar con el primer proyecto de Draper, no es el juego que más nos ha brillado del autor. Una edición bonita con componentes excelentes pero que ofrecen unas subastas difíciles de visualizar para la escasa duración de la partida. Un juego que mecánicamente nos ha gustado pero que a nivel gráfico se hace difícil de masticar. No consideramos que sea un fallo de diseño, pues no tenemos una mejor manera de hacerlo, pero sí hace que la experiencia sea más pausada de lo que nos gustaría. Pese a ello, la idea que Jordan nos trae con solo 18 cartas es digna de ser probada y, si te atreves, modificada con alguna regla casera gracias al ganso que incluye.
PUNTOS POSITIVOS
- Gestionar tus scudos e intuir será tu mejor baza: en las subastas contamos con pocos recursos y deberemos intentar pagar lo mínimo si no queremos recurrir a los préstamos.
- El primer proyecto de Draper con un lavado de cara: dentro de una pequeña caja con contenidos de notable calidad, encontramos un producto que, sin ser para todo el mundo, entra por los ojos y nos ofrece un juego tan bien producido como de costumbre.
PUNTOS NEGATIVOS
- Visualmente complejo: nos encontramos con unas cartas difíciles de tener en mente que harán que estemos constantemente sumando los bienes que posee cada jugador, haciendo que, pese a la escasa duración, sea algo lento el desarrollo de la partida.
Este juego ha sido cedido por Jordan Draper para poder redactar la reseña así como tomar las fotos. Gracias por el detalle.
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Meeple sano in corpore sano.
Doctor Meeple es el alter ego de Sergi, médico de día y jugón a tiempo completo. En esta afición he encontrado un espacio en el que recrearme haciendo fotografías de detalle y evadirme moviendo cubos, algo que pretendo plasmar en cada una de las entradas que encontraréis aquí y en otras redes. ¡Nos vemos por las mesas!