Con un arte acuarelado preciosista, en Pradera encontramos un título que sorprende pese a su escasa promoción.
Este Pradera ofrece un juego de cartas basado en la combinación con una propuesta directa, sencilla en sus mecánicas y altamente adictiva que no se olvida de una mínima interacción.
Diseñador/a: | Klemens Kalicki |
Ilustrador/a: | Karolina Kijak, Katarzyna Fiebiger |
Editorial: | Asmodee |
Idioma: | Español |
Número de jugadores: | 1-4 |
Duración: | 60-90 min |
Edad mínima recomendada: | 10+ |
¿DE QUÉ VA?
En Pradera tendremos que crear ecosistemas sostenibles, llenos de vida pero también de presencia humana. Para intentar vivir en armonía debemos tener claras las cadenas tróficas y no abusar de las casas que incordien el desarrollo animal. ¡Explora, investiga y haz crecer la fauna que te rodea si quieres convertirte en el ganador de Pradera!
¿CÓMO SE JUEGA?
En Pradera se jugarán una serie de rondas que dependerán del número de jugadores. En cada una de esas rondas, los jugadores tendrán unos trabajadores cuya cantidad también depende del número de jugadores y que permitirá a los jugadores ir obteniendo cartas para crear su pradera, con las que al final de la partida obtendrán puntos de victoria.
En el centro de la mesa encontramos una parilla de cuatro por cuatro en la que habrá cartas de distintos mazos. De esta manera, pese al azar propio de los mazos de cartas, las distintas columnas procederán de mazos distintos cuyo contenido varía en el tipo de carta y amortiguando así la posible mala suerte que podamos tener. En estas cartas encontramos cartas de terreno, de observación y de paisaje, con funciones similares pero distintas.
En cada turno, los jugadores deberán elegir una de sus fichas, trabajadores, y colocarlo en algún lugar de uno de los tableros. Además de la parrilla de cartas, también encontramos un tablero adicional en el que, además de indicarnos la ronda actual, encontramos unos insertos en los que poner nuestros trabajadores. Y es que los trabajadores en Pradera son muy atípicos en forma y función:
Las acciones más habituales serán de robar cartas del tablero principal. Dependiendo de la pieza colocada y la posición en la que se inserte, robaremos una u otra carta, que llevaremos a nuestra mano. Tras robar la carta, podremos jugar una carta cualquiera de nuestra mano siguiendo las reglas que comentaremos a continuación.
La colocación de las cartas en Pradera es sencilla y temática a partes iguales. La primera fila de cartas, sobre las que luego colocaremos otras, son los terrenos, que los obtendremos de la columna derecha del tablero central. Estas cartas cuentan con un icono de terreno que nunca será tapado, además de otro icono que nos permitirá desarrollar nuestra pradera.
Por otro lado, los paisajes son cartas horizontales que requieren que los jugadores obtengan cartas de sendero, sobre las cuales colocarán un único paisaje. Ambas opciones nos permiten recibir puntos para el final de la partida.
El sistema de colocar cartas en Pradera, ya sean de descubrimiento o de observación se basa en cumplir requisitos. Los jugadores deben crear un sustrato en el que se muestren los iconos que las nuevas cartas piden para poder ser colocadas en la zona de juego. Siempre que coloquemos nuevas cartas estaremos tapando uno o varios iconos, por lo que la planificación es muy importante en este juego.
En lugar de obtener nuevas cartas del expositor, los jugadores pueden recurrir al tablero de la hoguera para llevar a cabo acciones especiales. Por desgracia, los espacios para colocarse son limitados, así que no siempre estarán disponibles. Las acciones a realizar dependerán de la pieza que coloquemos en el tablero, cuyo dibujo nos recuerda su beneficio:
Una vez los jugadores agoten todos sus trabajadores la ronda termina, alternando el jugador inicial en cada nueva ronda. A mitad de partida, no solo refrescaremos toda la parilla del tablero central sino que las cartas de las dos columnas centrales se cambiarán por un nuevo mazo con cartas de observación más exigentes y, a su vez, con más puntos de victoria.
Al final de la partida no solo tendremos que sumar los puntos de las cartas colocadas en nuestra área de juego sino que, durante el trascurso de la partida, los jugadores compiten por una carrera para intentar obtener hasta nueve puntos adicionales si son los primeros en mostrar parejas de iconos, según se muestre en la hoguera.
¿QUÉ ME PARECE?
Pradera ha sido una agradable sorpresa que con una propuesta aparentemente sencilla y una escasa promoción por parte de la editorial, ha logrado no solo maravillarnos a nivel visual sino esconder un juego de cartas basado en los combos que genera un reto con cierto azar pero con una elevada exigencia en la planificación y un control más que suficiente para disfrutar cada partida.
Este título no es revolucionario en su forma, siendo un juego que en esencia nos exige ir cumpliendo requisitos para conseguir más y mejores cartas que nos otorguen puntos al final de la partida, con una selección de cartas que, además, se asemeja a la que encontramos, por ejemplo, en Quadropolis. Eso puede dejar frío a más de uno sobre el papel, ya que no propone nada novedoso y se apoya en que los combos y la forma de ir colocando las cartas, que además se dividen en mazos, sea tan agradable como relativamente controlable.
El juego no se queda en el multisolitario que podría parecer por varias razones que tienen mucho sentido. Por una parte, que las cartas de la parrilla provengan de distintos mazos nos permite mantener un equilibrio entre cartas de paisaje, cartas de animales y cartas de terreno. Eso, sin duda, no solo amortigua el azar sino que también nos deja claro que cada carta va a ser reemplazada por otra del mismo tipo que podría interesar a nuestros rivales, especialmente en las columnas centrales. Donde se aprecia más la interacción es en la colocación de nuestras fichas (o trabajadores, si queremos entenderlo así) puesto que al final de la ronda limitan las maneras que tenemos de acceder a ciertas cartas, algo que será un obstáculo generado de forma indirecta y poco intencional, pero sobre todo, habrá más competencia en las acciones de hoguera, donde los espacios disponibles son menos abundantes. Finalmente, los puntos de las bonificaciones de hoguera dan ese elemento de carrera que puede ofrecernos hasta nueve puntos, en el mejor de los casos, una cantidad nada despreciable pero que requiere de estructurar nuestra estrategia a la búsqueda de los iconos que hayan aparecido en la partida que, dicho sea de paso, enseñan el mayor elemento de variabilidad ajeno a las propias cartas. Todo esto hace que sin ser un juego donde la interacción directa tenga presencia, sí que hará que echemos un ojo de vez en cuando a nuestros contrincantes para tenerlo en cuenta, pero nunca para cambiar nuestro objetivo.
El juego no sería lo que es sin su apartado artístico. No solo encontramos un sinfin de ilustraciones de elevada calidad y fidelidad, sino que los colores en acuarela son agradables a la par que vistosos. A esto se le une un libreto adicional lleno de datos curiosos de cada una de las cartas, mostrando un interés científico y humanista hacia toda la vida que desprende este Pradera.
Fuera de este apartado artístico los componentes son sencillos pero funcionales. Hay cartón, pero sin la cantidad que uno esperaría por el PVP, ligeramente elevado en mi opinión. La parte positiva de su producción es que el inserto permite guardar cada mazo con su soporte, haciendo que las preparaciones de partidas futuras sean muy rápidas, un punto muy a favor para un título de este peso, que al ser tan contenido puede ser un buen cierre de largas sesiones de juego.
La escalabilidad del juego no es mala, pero realmente esa interacción es tan escasa que es uno de esos títulos a los que, aunque puedas jugar a más de dos, no hay grandes ventajas al hacerlo a nivel de sensaciones. En la selección de cartas es más agradable el tándem que se genera a dos jugadores por el hecho de poder intuir lo que va a seguir en la parrilla de cartas, algo que en ocasiones es menos controlable si somos cuatro, pero que en cualquier caso funciona adecuadamente. Su modo solitario es sencillo de llevar a cabo, emulando una partida a dos jugadores con un jugador fantasma tras lo que compararemos nuestra puntuación; una forma de resolver las partidas funcional pero lejos de emocionar.
En Pradera se incluye, además, una serie de sobres que pretenden expandir un poco la experiencia. A sabiendas de que los juegos cada vez son más perecederos por la cantidad de novedades, esta actitud pretende alargar la vida del juego mediante la curiosidad de su contenido. Algunos sobres se abren con logros durante las partidas y otros, incluso, en fechas señaladas del calendario. Sus cartas ofrecen más variabilidad sin grandes o ningún cambio de reglas, siendo un incentivo para sacar a mesa más a menudo un gran título y que no caiga en el olvido.
En resumen, Pradera para mí fue un juego que apareció sin hacer mucho ruido, que me recomendaron todos los integrantes de Sentido Antihorario y que, tras comprarlo, he disfrutado más de lo esperado. Una propuesta que se centra en una selección de cartas mediante una parrilla y algunos elementos interactivos secundarios hacen que Pradera se base especialmente en saber elegir tus cartas y planificar el desarrollo de tu zona personal que, dicho sea de paso, será un despliegue de color, vida y dibujos deliciosos. Una grata sorpresa que seguro que encajará en los ambientes familiares y que no deja indiferente a los más jugones, por lo que solo puedo recomendarlo.
Pros
- Un sencillo juego de cartas que se apoya en combos de una forma interesante.
- Selección de acciones con dos formas de utilizar tus trabajadores, abriendo el abanico de opciones.
- Un arte delicado y agradable, con un mimo indiscutible y un elevado enfoque científico.
- Unos sobres que pretenden que revisitemos el juego en el futuro.
Contras
- Quizás no sea el precio más contenido para ser un juego de cartas con un poco de troquel.
Este juego ha sido cedido por Jugamos Una para poder redactar la reseña así como tomar las fotos. Gracias por el detalle.
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Doctor Meeple es el alter ego de Sergi, médico de día y jugón a tiempo completo. En esta afición he encontrado un espacio en el que recrearme haciendo fotografías de detalle y evadirme moviendo cubos, algo que pretendo plasmar en cada una de las entradas que encontraréis aquí y en otras redes. ¡Nos vemos por las mesas!