No siempre toca hablar de novedades, y hoy nos dedicamos a un clásico.
Rummikub es de los pocos juegos que encuentras en grandes superficies y que ofrece una experiencia que, años más tarde, sigo disfrutando en familia.
Diseñador/a: | Ephraim Hertzano |
Ilustrador/a: | |
Editorial: | Goliath |
Idioma: | Español |
Número de jugadores: | 2-6 |
Duración: | 60 min |
Edad mínima recomendada: | 8+ |
¿DE QUÉ VA?
En Rummikub encontramos un juego abstracto de colección de sets en el que deberemos gestionar escaleras y combinaciones de números en el centro de la mesa, pudiendo interactuar con todo lo jugado previamente por todos los jugadores.
¿CÓMO SE JUEGA?
En Rummikub nuestro objetivo es quedarnos sin losetas antes que el resto de jugadores. Para ello, cada jugador empieza robando 14 losetas que ocultará en su atril.
Encontramos losetas en cuatro colores: amarillo, rojo, azul y negro. Los valores oscilan del 1 al 13, contando con algunos comodines que podremos usar como el valor y color que deseemos.
En su turno los jugadores deberán jugar losetas, desde su atril al centro de la mesa, siguiendo las reglas que comentaremos a continuación, o robar una nueva loseta.
En este juego podremos colocar losetas siguiendo dos posibilidades: o bajamos losetas del mismo número pero distinto color, o hacemos una escalera de números consecutivos de un mismo color. Lo único que debemos tener en cuenta es que tanto las escaleras como los sets tienen que tener siempre un mínimo irreductible de tres losetas. Esta regla tendrá mucha importancia a lo largo de la partida.
Nuestros primeros turnos serán un poco distintos, ya que para poder salir, deberemos sacar losetas por un valor de 30 puntos. Es decir, desde detrás de nuestro atril tienen que salir tantas losetas como queramos, pero sumar un mínimo total de 30.
Este turno de salida no nos permite interactuar con las losetas de otros jugadores, sino que deberemos tener losetas que sigan las reglas descritas más arriba y por uno mismo poder hacer conjuntos de al menos tres piezas cada uno. Tras nuestro turno de salida nuestras opciones aumentarán, y aquí es donde Rummikub empieza a ser interesante.
Los jugadores en su turno, a no ser que quieran robar, deberán bajar a la mesa una loseta, como mínimo, de su atril. En el centro de la mesa habrá conjuntos de losetas con los que podremos interactuar. Podremos dividir escaleras, añadir un valor menor o mayor para continuarla, o todo lo que os imaginéis. La única regla que no podemos olvidar es que los conjuntos deben ser de, al menos, tres losetas cada uno.
No pueden faltar comodines que, aunque al colocarse en el centro de la mesa tengan un significado específico, podrán ser movidos por los jugadores y darles otro valor y color, siempre que lo reemplacemos por otras fichas que mantengan la coherencia anterior.
El juego termina inmediatamente cuando un jugador agota todas sus losetas, convirtiéndose en ganador.
¿QUÉ ME PARECE?
Rummikub es un juego que conocí con la familia y que no he dejado de recomendar para grupos que solo juegan en comidas familiares. Las reglas sencillas y el amplio abanico de jugadores son dos elementos que hacen muy atractivo este título.
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Puede que mis primeras partidas al Rummi fueran con poco más de diez añitos, y creo que ni a mis padres ni a mi abuela le falta una copia en casa de este estupendo juego. Su adecuación para grupos relativamente grandes y sus pocas reglas hacen que suela cuajar con una partida, aunque con el tiempo se puedan apreciar algunos defectos que, en juegos de mesa más modernos, se suelen tener en cuenta.
Mecánicamente no deja de ser un reto, entre lo visual y lo matemático. El centro de la mesa crece durante la partida y las opciones crecen exponencialmente. En este sentido Rummikub ofrece grandes turnos al final de la partida, dotándole de cierta epicidad que puede dar lugar a recuerdos memorables. No deja de ser un juego mecánicamente simple, pero que su flexibilidad a la hora de componer combinaciones suele ser muy disfrutable para todo tipo de público.
Rummikub es azaroso, eso es, sin duda alguna, su mayor defecto. La reserva de fichas y el orden en las que las robamos hacen que algunas partidas puedan, por una parte, dilatarse en el tiempo, y por otra, ser algo injusto con los jugadores menos afortunados.
Este azar va de la mano del número de jugadores. Cuando las partidas son de 4 jugadores, o de más si contamos con alguna copia que permita un quinto o sexto, como la edición de Goliath que estamos reseñando, este azar se amortigua por los propios jugadores. El problema no es solo robar losetas que pueden ser poco combinables, sino que en partidas a dos o tres jugadores, el centro de la mesa a veces puede estancarse y esas malas losetas son todavía más difíciles de colocar.
No debemos olvidarnos de que la edición de Goliath, al poder disfrutarse a seis jugadores, incluye copias adicionales de cada número, haciendo que sea más complicado llegar a robar lo que estamos buscando. No es descabellado preparar una bolsa con las losetas adicionales para cuando seamos cuatro o menos, haciendo que así la dispersión sea menor.
Con tantos años a la espalda, siendo lanzado en los setenta, no solo encontramos distintas reglas, unas para el público americano y otras a nivel internacional, sino una serie de variantes para todos los gustos. Estos cambios, aún siendo “caseros” llevan muchos años de prueba y funcionan realmente bien, especialmente para solucionar los problemas descritos más arriba.
En cuanto a variantes, me gusta especialmente bajar el valor de la jugada de salida. En el Rummikub americano se suele salir con tan solo 21 puntos, lejos de los 30 que requiere según el reglamento de mi copia. Muchos suelen reducir este número dependiendo del número de jugadores, siendo 27 para tres jugadores y 21 para dos. Otro elemento que me gusta usar en partidas a pocos jugadores es el hecho de permitir que después del 13 podamos colocar un 1. De esta manera se agilizan las partidas, ofreciendo un punto adicional de flexibilidad. ¡Probadlo y las partidas bajarán de duración!
En definitiva, Rummikub es un juego que llevo jugando desde hace más de una década y que ha vuelto a salir, muy a menudo, a mesa. Reglas sencillas y un abanico creciente de posibilidades que hacen que toda la familia se sienta interesada. Solo se empaña por un importante factor de azar que puede molestar, especialmente en partidas a pocos jugadores, pero que puede apañarse con alguna variante.
Pros
- Un clásico que funciona de maravilla en familia.
- Reglas aptas para todos los grupos de edades.
- Un número creciente de opciones que hace que las partidas tengan finales épicos.
- Un sistema de juego que permite el uso de variantes.
Contras
- El azar puede ser frustrante, especialmente a pocos jugadores.
- El juego fluye mejor a partir del cuarto jugador.
Este juego ha sido cedido por Goliath para poder redactar la reseña así como tomar las fotos. Gracias por el detalle.
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Meeple sano in corpore sano.
Doctor Meeple es el alter ego de Sergi, médico de día y jugón a tiempo completo. En esta afición he encontrado un espacio en el que recrearme haciendo fotografías de detalle y evadirme moviendo cubos, algo que pretendo plasmar en cada una de las entradas que encontraréis aquí y en otras redes. ¡Nos vemos por las mesas!
Me encanta este juego! Para todos los públicos
En casa jugamos una variante particular: los turnos son simultáneos, es decir, todos juegan a la vez, lo cual lo convierte en frenético a más no poder. La única “regla” de esta variante es que cuando un jugador pone la mano sobre una combinación que está en la mesa (porque la va a cambiar) ya nadie la puede tocar hasta que acabe de hacer lo que tenía pensado.
Lo malo de probarlo así es que después jugar a turnos se hace insufrible ?