Vuelve Knizia y esta vez presenta un juego familiar, ligero y poco sorprendente que funciona sin fallos pero que tampoco nos deja con la boca abierta.
San Francisco es una propuesta familiar poco atrevida pero que se apoya en elementos interactivos para ofrecer unas partidas dinámicas pero con opción de combos.
Diseñador/a: | Reiner Knizia |
Ilustrador/a: | Roman Kucharski |
Editorial: | Asmodee Spain |
Idioma: | Español |
Número de jugadores: | 2-4 |
Duración: | 45-60 min |
Edad mínima recomendada: | 10+ |
¿DE QUÉ VA?
En San Francisco los jugadores intentan desarrollar la ciudad de una manera ordenada y práctica, de modo que las zonas de interés tengan una buena comunicación mediante los famosos tranvías de la ciudad.
¿CÓMO SE JUEGA?
En San Francisco los jugadores irán desarrollando las 25 casillas que componen su ciudad de San Francisco. Para ello deberán gestionar bien la expansión de sus distintos proyectos de modo que puedan tener zonas de interés, obtener puntos y destacar por encima de sus rivales.
Los turnos en San Francisco son muy sencillos. El jugador activo debe decidir solo una de las dos opciones siguientes:
ROBAR UN NUEVO PROYECTO
Si el jugador no quiere robar los proyectos ya presentes en las tres columnas de juego, puede robar un nuevo proyecto del mazo. Dicho proyecto deberá, obligatoriamente, colocarlo en una de las tres columnas del tablero central, de modo que todas las cartas queden visibles. Estas tres columnas pueden ser robadas por cualquier jugador como veremos en la siguiente opción.
Encontramos cartas de distintos colores que se corresponden a las cinco filas de las que se compone nuestro tablero personal. Algunas cartas, por su parte, tienen un borde negro que indica que pueden ser jugadas en cualquiera de las filas.
Las cartas que incluyen un cimiento se colocan de forma habitual pero, tras ello, deberemos colocar un cimiento sobre ella. Estos cimientos pueden detonar el final de partida, por lo que siempre que aparezca una carta con cimiento deberemos colocar, inmediatamente, una loseta de cimientos sobre ellas. Estas cartas permitirán, como veremos más adelante, edificar rascacielos si las posicionamos adecuadamente.
ADQUIRIR PROYECTOS
Si en lugar de robar una nueva carta, nos gusta alguna de las tres columnas del centro de la mesa, podemos elegir robar toda la columna.
El jugador activo obtiene todas las cartas de dicha columna e inmediatamente roba una loseta de contrato, de las que hablaremos más adelante.
De todas las cartas robadas puede utilizar todas las que desee para colocarlas en su ciudad. De la misma manera, puede descartar aquellas que no le interesen. Cualquier carta colocada debe ir en la fila del color de dicha carta y siempre colocadas de izquierda a derecha, rellenando todas las casillas ordenadamente.
Siempre que decidamos robar una columna de cartas deberemos robar una loseta de contrato. Estas losetas de contrato nos prohiben robar columnas de cartas de menos cantidad que contratos tengamos. Siempre que todos los jugadores tengan un contrato, todos ellos los descartan, puesto que es un elemento que solo pretende compararnos con los rivales. Este mecanismo permite que los jugadores indecisos tengan opciones de robar columnas mientras que los que más a menudo decidan robar luego tengan dificultades para robar una nueva columna, ya que deberá contener más cartas.
Las cartas suelen tener sus propias formas de puntuar que debemos conocer para jugar de forma eficaz. Los jugadores pretenden generar puntos de distintas formas, muchas de las cuales llevan implícitas interacción. El primer jugador en rellenar una de sus filas recibe un punto como beneficio, por lo que San Francisco es una carrera. Por otro lado, al final de la partida cada fila se puntuará y se comparará con los rivales para determinar quién domina cada barrio de la ciudad, por lo que volvemos a tener un elemento de interacción.
Algunas cartas suman puntos por sí mismos, pero otros requieren de más elementos combinados. Por poner unos ejemplos, las plazas necesitan que un tranvía llegue a su localización para poder ser atractivas y puntuar 4 puntos, de lo contrario no otorgan nada. Los tranvías salen inicialmente de todas las casillas inferiores del tablero, por lo que podremos ir añadiendo cartas con vías de tranvía que, mientras mantengan adyacencia, irán expandiendo nuestra red de tranvías. Dichos tranvías también son una fuente de puntos como cualquiera de nuestras filas al final de la partida.
Otro elemento vistoso y suculento son los rascacielos. Para construir un rascacielos debemos tener una carta con una loseta de cimientos. En dicha loseta ya se nos indica el requisito, y es que debemos sumar 7 puntos entre las cuatro cartas ortogonalmente adyacentes a dicha localización. En el momento en el que cumplamos dicha condición colocaremos el tridimensional rascacielo para tener una bonificación de un punto al final de la partida. Algunas cartas de costa permiten que el jugador que las construya disminuya en 1 punto el requisito de construir los siguientes rascacielos.
A esto se le añade una mecánica de bonificaciones muy interesante que funciona por filas. Algunas cartas incluyen un icono de un compás que nos acercan a ganar un suculento beneficio. Si colocas el segundo icono de compás en una misma fila, accederás a poder recibir el beneficio asociado a dicha fila. En el tablero central tenemos una bonificación por cada barrio del juego. Los jugadores pueden obtener el bonus de dicha fila o, si lo prefieren, una bonificación que no depende de la fila, siempre disponible, que se trata de un tramo de tranvía para colocar sobre cualquier carta de nuestro tablero. En resumen, las cartas de bonificación nos permiten aumentar el valor de alguna carta, o construir estadios que pueden ponerse en cualquier lugar del tablero, o recibir puntos para el final de la partida.
La partida se desarrolla de este modo hasta que un jugador complete las 25 casillas de su tablero o cuando se coloque el último cimiento sobre una carta. En el segundo caso, la partida termina inmediatamente y no cuando algún jugador robe dicha carta del centro de la mesa.
La puntuación final se basa en los puntos obtenidos durante la partida y por mayorías de puntos por cada fila. Por cada uno de los barrios de la ciudad los jugadores comparan sus puntos para recibir o perder puntos. De esta forma, en partidas a cuatro jugadores quien tenga menos puntos de influencia en cada distrito no solo no sumará, sino que perderá puntos.
¿QUÉ ME PARECE?
San Francisco es un título familiar que se apoya en un turno de “lo tomas o lo dejas” para crear un agradable sistema de losetas con varias formas de bonificar. El título se engrana en un turno que desprende interacción y sigue siendo interactivo en su forma de puntuar, basada en mayorías.
Knizia vuelve con un título sencillo y vistoso que se apoya en un turno muy básico que esconde más decisiones de lo que inicialmente parece. Esa elección de tomar las cartas de las columnas o agrandar las ya disponibles nos recuerda al clásico Coloretto (su reseña aquí), título que disfruto por su sencillez e interacción constante. Aquí la producción pretende ser vistosa, y lo consigue, sin encarecer el producto pero agrandando, demasiado, el formato de su caja.
En San Francisco no encontraremos ningún elemento original, y eso debemos tenerlo en cuenta. Su mecánica central parece anodina pero lleva implícito un cálculo aproximado de los intereses de los rivales para intentar disuadir a los contrincantes de que roben aquella columna que nos pueda interesar. Eso genera, sin complicar el juego, que debamos intuir los movimientos de nuestros rivales, algo que nos hará mirar sus tableros, no solo por elegir la columna que vamos a alargar, sino también por todas las puntuaciones finales que dependen de comparar nuestros distritos.
Como ya hemos comentado, lo interesante de San Francisco es que todos los elementos pretenden que los jugadores miren a sus rivales, constantemente. No es nada parecido a un multisolitario, y eso le otorga cierto interés, aunque por ello haga que la escalabilidad se resienta. Y es que San Francisco es más interesante a tres o cuatro jugadores, que a su número más bajo por esta razón.
La forma de construir la ciudad mantiene un buen equilibrio entre formas de puntuar y sencillez en su variedad, siempre encarado a un público familiar. De esta forma el juego es accesible y sin excepciones en sus reglas, pero con una variedad suficiente para que podamos trazar distintos caminos a la victoria. Gracias a las bonificaciones también podremos amortiguar el azar de la aparición de las cartas o alguna decisión poco acertada en la expansión de nuestra ciudad.
La producción en sí mismo es agradable, con los rascacielos vistosos y unos tranvías que ganan enteros si obtenemos la promo en forma de pegatinas para darles un toque más diferencial. Todo ello viene contenido dentro de una caja que excede en tamaño a lo necesario.
En definitiva, San Francisco no es un título rompedor sino que se apoya en una mecánica básica y conocida que emana interacción y lo une a distintos modos de expandirnos y puntuar nuestros distritos. Todo ello ofrece una experiencia accesible y apta para todos los públicos pero con suficiente variedad de cartas y de bonificaciones como para poder otorgarle variedad suficiente. Otro Knizia que funciona adecuadamente, que no sorprende pero que es difícil de rechazar por su dinamismo y constante interacción con una cara bonita.
Pros
- Un título accesible pero con suficiente variedad, basado en un turno de dar o tomar.
- La interacción constante como elemento diferenciador hace que las partidas sean dinámicas y tensas.
- Una producción agradable, aunque las pegatinas de los tranvías sean un elemento promocional que todos deberían tener.
Contras
- Un título poco atrevido en cuanto a originalidad.
- Una escalabilidad que se resiente a dos jugadores por su especial interacción.
Este juego ha sido cedido por Jugamos Una para poder redactar la reseña así como tomar las fotos. Gracias por el detalle.
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Meeple sano in corpore sano.
Doctor Meeple es el alter ego de Sergi, médico de día y jugón a tiempo completo. En esta afición he encontrado un espacio en el que recrearme haciendo fotografías de detalle y evadirme moviendo cubos, algo que pretendo plasmar en cada una de las entradas que encontraréis aquí y en otras redes. ¡Nos vemos por las mesas!