Crear una escalera ascendente nunca fue tan interesante como en Tranquilidad.
Tranquilidad es un juego cooperativo sin un ápice de efecto líder que nos atraerá por su arte cuidado y por su idea principal.
Diseñador/a: | James Emmerson |
Ilustrador/a: | Tristam Rossin |
Editorial: | Maldito Games |
Idioma: | Español |
Número de jugadores: | 1-5 |
Duración: | 15-20 min |
Edad mínima recomendada: | 8+ |
¿DE QUÉ VA?
Bajo una estética onírica que pretende tematizar el juego, nos encontramos ante un sencillo título de cartas en el que el objetivo principal es crear una escalera ascendente cuyos valores llegan al 80. Todo ello, y haciendo honor a su nombre, deberá llevarse a cabo en silencio, para transmitir la máxima “tranquilidad”.
¿CÓMO SE JUEGA?
El objetivo en Tranquilidad es conducir nuestro barco por un largo y complejo viaje por una infinidad de paisajes distintos. Para llegar a buen puerto deberemos colocar las cartas en un orden concreto y colaborar junto a nuestros compañeros en completo silencio, algo que solo se romperá en determinados momentos de la partida.
Para el juego básico deberemos conformar una parrilla virtual de 6×6 en el centro de la mesa gracias a unas cartas que delimitarán la zona de juego. Esta forma cuadrada podrá ser alterada en otros modos de juego, complicando nuestra misión en futuras partidas.
El mazo de cartas en Tranquilidad tiene una copia de cada valor con cartas comprometidas del 1 al 80. Solo nos harán falta 36 cartas, pero el orden lo es todo. Además de las cartas de valor, en el juego tendremos cartas de Inicio y de Final, las cuales tienen sus propios efectos que describiremos más adelante.
Antes de empezar la partida los jugadores tendrán una porción del total de cartas, con un mazo individual sacado del total de cartas. Dentro de ese mazo ya se habrán barajado las cartas de final, pero solo tras esto se añadirá y barajará una carta de Inicio. De este modo cada jugador tendrá en algún lugar de su mazo una carta de Inicio pero las de Final no tendrán esa distribución.
Los jugadores realizarán un turno bien sencillo, respetando siempre la norma del silencio que caracteriza al juego:
JUGAR UNA CARTA
Para jugar bien las cartas debemos saber que la parrilla representa una línea continua ascendente que empieza en la posición más baja a la izquierda y que asciende en filas hasta su última posición, arriba a la derecha. En este recorrido deberemos colocar 36 cartas en orden ascendente antes de que se agoten nuestras cartas.
Con este orden debemos saber que la carta más a la izquierda de la segunda fila se considera adyacente a la de más a la derecha de la primera fila a efectos de juego, ya que su forma de parrilla es para organizar las cartas.
Cualquier carta puede ser colocada en cualquier lugar, pero no tan rápido… Como ya hemos comentado, los jugadores deben siempre respetar el orden ascendente y crear una escalera. De esta manera, las cartas más bajas estarán en las filas inferiores, mientras que la carta 80, de ser jugada, debería ser la colocada arriba a la derecha.
Dado que inicialmente tenemos una parrilla en blanco, los jugadores deben ir colocando valores aproximados en una posición concreta, para luego ir rellenando los espacios entre cartas. Si colocas una carta que no tenga otra adyacente, no deberás pagar ningún coste.
De lo contrario, si al colocar una carta nos encontramos con otras adyacentes a ésta, deberemos pagar un coste asociado. El coste depende de la diferencia entre la carta jugada y el valor de una de las adyacentes, descartándonos tantas cartas como dicho valor. De esta manera, jamás podremos colocar cartas cuya diferencia supere el valor de cuatro.
DESCARTARSE DOS CARTAS
Si no quieren colocar una carta, pueden en su lugar descartarse de dos cartas y reponer su mano. Debemos tener en cuenta que esto puede hacer que se agote nuestro mazo individual, pero que los saltos de números elevados no son rentables.
Como comentábamos más arriba, hay dos cartas especiales y ambas son indispensables en la partida:
Si robamos una carta de Inicio deberemos jugarla al principio de nuestro turno. En lugar de ser colocada en la parrilla, si es la primera carta de Inicio que ha sido robada en la partida, el jugador que la posea debe colocarla en el borde inferior izquierdo del área de juego y todos los jugadores, en suma, deberán descartarse de ocho cartas. Podremos discutir cuántas quitarnos, pero no podemos mencionar los valores de dichas cartas en ningún momento. Esto solo ocurre con la primera carta de Inicio, mientras que el resto de jugadores tendrán en su mano, en algún momento, otras cartas de Inicio que podrán usar para pagar costes.
Ninguna partida acabará en éxito sin una carta de Final jugada. Dado que nadie puede hablar y las cartas de Final se han barajado antes de separar los mazos, no sabemos si nuestros compañeros las tienen en la mano. Solo necesitamos una carta de Final, que deberá ser jugada después de completar la parrilla de 6×6. Si en aquel momento nadie tiene una copia de Final y no pueden pasar su turno descartando dos cartas, habremos fracasado.
¿QUÉ ME PARECE?
Tranquilidad ofrece uno de esos cooperativos sencillos en los que la comunicación está limitada y los jugadores deberán intuir los actos de los demás, siendo una apuesta que seguro disfrutarán los que se quedaron con ganas de más en The Mind o los que han jugado muchas partidas a Hanabi.
No es casualidad que en la primera partida me viniera a la cabeza The Mind, y es que es difícil negar que Emmerson se haya inspirado en el exitoso título de telepatía que tanto polarizó las opiniones. Los que veían a The Game como un juego demasiado atípico, en los que me incluyo, lo justificaban mediante ese cálculo del tempo que, finalmente, era el principal requisito del juego de Warsch. Si bien el bestseller de cartas supo sorprender por encima de la media, se conformaba con ofrecer la idea de leer las intenciones de los jugadores, introducir el tempo de una forma poco arbitraria y dejar gran parte de la experiencia en manos de los jugadores; en Tranquilidad se cogen algunos elementos y los integra en unos marcos normativos más canónicos.
Jugando a Tranquilidad no me imagino este título sin que existiera The Mind, pero me quedo con éste último por todo lo comentado arriba. En realidad, en este juego también buscamos realizar una escalera ascendente, pero tendremos unas reglas más tradicionales que encajan el orden de turno para que, aunque los jugadores deban deducir intenciones y posibilidades, no sea una experiencia tan libre. En Tranquilidad tampoco podremos comunicarnos y tampoco podremos ganar sin contar con el apoyo de los demás, eso lo convierte en otro de esos cooperativos que pueden gustar a los que no suelen disfrutar colaborando, puesto que la colaboración no va de la mano de los habituales debates o tomas de decisiones compartidas.
Las reglas de Tranquilidad son sencillas y aptas para todo tipo de jugadores. En pocos minutos estaremos dentro, descubriendo como esas reglas no hacen referencia a ciertas dinámicas que descubriremos mientras jugamos. Como distribuir las filas o como gestionar la mano, son solo dos ejemplos de dichos elementos, primordiales pero ajenos a las reglas de juego. Eso permite que la primera partida sea fácil de iniciar pero difícil de completar, dejando buen poso y buscando revancha contra nosotros mismos.
En Tranquilidad la gestión de mano es lo más importante, seguido de cerca por la distribución de las cartas sobre la parrilla. Es esta segunda parte en la que los jugadores, forzosamente, deberán cooperar para tener opciones al éxito y cuya cooperación no está exenta de problemas externos, como el azar al robar cartas, haciendo que no podamos realizar una división de la parrilla sobre seguro.
Del arte solo puedo decir cosas buenas. Siendo un título meramente abstracto, las ilustraciones sobre cartas 1:1 hacen que sea agradable en mesa, junto con una presentación igual de vistosa en su caja cuadrada. Esto es un gran punto a favor para llamar la atención en un título que, bajo su descripción más escueta, es difícil de vender sin conocer sus virtudes.
La escalabilidad en Tranquilidad es excelente, puesto que la falta de comunicación hace que se disfrute a todo número de participantes. Tanto en partidas a dos jugadores como a su número máximo, la duración no se extiende y los problemas de desconocer las cartas de los demás se mantienen en las mismas cotas.
Las sencillas reglas son, además, una buena base sobre la que construir una serie de versátiles variantes y expansiones. En la edición española no solo tenemos variantes con distintas conformaciones de parrilla, las cuales ya dificultan las probabilidades de éxito, sino que también tenemos expansiones como las criaturas marinas. Con todo ello y para nuestra sorpresa, el juego ofrece muchas posibilidades que nos permiten escalar la dificultad y tener juego para rato sin preocuparnos por olvidarnos de las escuetas reglas.
En definitiva, Tranquilidad propone una base sencilla sobre la que lo interesante se genera no solo entre los jugadores y la falta de comunicación, sino por la versatilidad que ofrece con variantes y expansiones. Es una grata sorpresa de esas que sobre el papel te dicen poco, pero que funcionan y se le notan las referencias a otros grandes títulos, algo frecuente en Emmerson que no desmerece el buen sabor de boca que deja este pequeño juego.
Pros
- Unas reglas sencillas que permiten que sea accesible a todo tipo de público.
- Un estilo artístico que logra atraer al gran público hacia un juego cuya descripción sobre el papel puede parecer insulsa.
- Una serie de variantes que permiten escalar la dificultad y dar variedad con pocos cambios.
- De esos cooperativos sin efecto líder que escalan perfectamente a todo número de jugadores.
Contras
- El formato del producto ha decidido ahorrar el tablero, alargando así la preparación de la parrilla de juego.
Este juego ha sido cedido por Maldito Games para poder redactar la reseña así como tomar las fotos. Gracias por el detalle.
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Meeple sano in corpore sano.
Doctor Meeple es el alter ego de Sergi, médico de día y jugón a tiempo completo. En esta afición he encontrado un espacio en el que recrearme haciendo fotografías de detalle y evadirme moviendo cubos, algo que pretendo plasmar en cada una de las entradas que encontraréis aquí y en otras redes. ¡Nos vemos por las mesas!