Con una producción atrevida, este título propone una mezcla sencilla pero efectiva.

En Cena en París encontramos un título de losetas rejugable y con sensación de desarrollo que prioriza la producción por encima de la usabilidad.

Diseñador/a:The Trolls
Ilustrador/a:Alain Boyer
Editorial:Maldito Games
Idioma:Español
Número de jugadores:2-4
Duración:40-60 min
Edad mínima recomendada:10+
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¿DE QUÉ VA? 

En Cena en París deberemos montar los mejores restaurantes sin olvidarnos de colocar cerca buenas terrazas que ofrecer a nuestros clientes. Lo más importante será crecer, obtener más ingresos y seguir creciendo, intentando cumplir los objetivos que van apareciendo en cada partida y, en la medida de lo posible, ¡echarle el guante a las palomas de la plaza!

Cena en París boardgame juego de mesa
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¿CÓMO SE JUEGA?

En Cena en Paris los jugadores deberán abrir restaurantes que les otorguen ingresos para seguir desarrollando su imperio hostelero. Lo importante no es tener restaurantes, sino también acompañarlos con buenas terrazas, por lo que deberemos ser rápidos para abrirnos camino en la concurrida plaza antes de que los rivales se coloquen allí.

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El turno de Cena en París tiene la siguiente estructura:

Para empezar, el jugador activo roba un recurso. Puede obtenerlo del expositor de recursos visibles o robarlo, a ciegas, del mazo de robo. Estos recursos son la herramienta indispensable para construir nuevos restaurantes, los cuales nos permitirán, no solo ganar puntos, sino tener ingresos para construir terrazas.

Después de robar un recurso, los jugadores deben realizar dos acciones de entre las siguientes posibilidades, pudiendo repetir la opción elegida.

Robar otra carta de recurso: Los jugadores pueden obtener otra carta de recurso, teniendo en cuenta que su límite de mano es de siete cartas, debiendo descartar cualquier exceso. Estas cartas nos permiten construir nuevos restaurantes, abriendo espacio para nuevas terrazas y haciendo aumentar nuestros ingresos.

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Abrir un restaurante: Los jugadores deberán abrir restaurantes para progresar en la partida. No solo para poder poner terrazas delante de los mismos, sino también para ir aumentando los ingresos para el resto de la partida. El coste de los distintos restaurantes aparece en nuestro tablero personal, así como las terrazas que podremos colocar, que están inmediatamente debajo del resumen de los costes.

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Por ejemplo, la marisquería cuesta dos recursos de marisco y una barra de pan. Nos generará una moneda de ingresos para cada turno. Al final de la partida nos genera tres puntos de victoria. Las terrazas para este restaurante están inmediatamente debajo, empezando con un coste 2 monedas, pero incrementando a medida que edifiquemos.

Los ingresos son aumentos del dinero que tenemos para gastar cada turno. Eso podremos dejarlo marcado en el lateral de nuestro tablero personal, con el cubo amarillo, y llevar la cuenta de lo gastado en cada turno con el cubo transparente.

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Detalle del contador de ingresos. En el ejemplo, el jugador tiene 7 monedas para gastar cada turno, y lleva gastadas cuatro.

Los restaurantes se colocan en la periferia del tablero central, el cual tendrá un mayor tamaño a más jugadores. Al colocar los restaurantes en el borde exterior, tenemos el espacio central para las interesantes terrazas de las que hablaremos ahora.

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Cada restaurante debe llevar un indicador del color del jugador para recordar quién es el propietario.

Construir terrazas: Con una única acción de terrazas podremos construir varias piezas en el tablero central. Las reglas de construcción son fáciles y coherentes. Cada restaurante debe tener en frente las terrazas de su propia reserva. Podremos hacer crecer las terrazas siempre ortogonalmente y teniendo en cuenta que, a excepción de mediante una carta especial, no podremos estar adyacentes ortogonalmente a otras terrazas de otros jugadores o de nuestras terrazas de cualquier otro restaurante.

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Las terrazas aumentan de precio a medida que construimos varias del mismo tipo. Siguiendo con el ejemplo de la marisquería, las seis primeras losetas cuestan 2 monedas, pero luego pasarán a costar 3. Debajo de ellas encontramos los beneficios, siendo puntos al final de la partida o ingresos, como vemos debajo de la tercera loseta.

Al construir terrazas no solo buscamos más puntos al final de la partida, sino intentar posicionarnos para ganar beneficios. Por una parte, si cubrimos una paloma obtendremos una carta de paloma, las cuales ofrecen ventajas sustanciales:

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Detalle de una terraza antes de cubrir una paloma. ¡Son como las cigüeñas!

Además de los beneficios a corto plazo, también necesitaremos colocar terrazas en los mejores sitios para ir completando objetivos y de cara a las mayorías del final de la partida. Esta competición por mayorías requiere que los jugadores siempre tengan en mente esas condiciones que otorgan un buen puñado de puntos.

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Detalle de la carta de mayorías, que cambiará en cada partida. En este caso debemos centrarnos en la mitad izquierda del tablero y rodear dos tipos de mobiliario concreto.

Completar un objetivo: por último los jugadores pueden cumplir un objetivo con cada acción invertida. Al inicio de la partida tendremos un objetivo en la mano y dejaremos otro sobre una reserva visible y común para todos los jugadores. Con esta acción podremos completar el de nuestra mano o cualquiera de los comunes, que pasarán a puntuar a nuestro favor al final de la partida.

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Los objetivos comunes pueden ser completados por cualquier jugador, mientras que los de nuestra mano son exclusivos para nosotros pero nos pueden restar puntos si no los completamos.

Tras cumplir un objetivo de nuestra mano, robaremos otro que deberemos decidir, inmediatamente, si quedárnoslo o dejarlo como objetivo común. Si deseas mantenerlo en tu mano el resto de jugadores no podrán cumplirlo y te aseguras la exclusividad, pero por desgracia te restará puntos si no lo cumples antes del final de la partida… ¡Piénsalo bien!

La partida puede terminar por haberse edificado una cantidad concreta de edificios, por que un jugador haya agotado las terrazas de dos filas de su tablero personal, o porque ya no pueda seguir construyéndose más terrazas o restaurantes. Tras esto deberemos sumar los puntos de los edificios construidos, el de las terrazas según la cantidad de cada tipo, indicado en nuestro tablero de jugador y luego revisar los objetivos. Por una parte, cada jugador suma los puntos de los objetivos completados, restándose los puntos si no ha podido completar alguno que siga en su mano. Por último se otorgan puntos por la carta de mayorías. El jugador con más puntos será el ganador.

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¿QUÉ ME PARECE?

Cena en París es un juego directo pero lleno de decisiones, en el que la variabilidad entre partidas hará que tengamos que plantearnos el mejor modo de cumplir objetivos, mientras intentamos generar un buen motor de ingresos y no ser pisado por los rivales. En definitiva, una propuesta más interesante de lo que cabría parecer que solo peca de algunas malas decisiones de producción.

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En Cena en París encontramos un título de los que sorprende por intentar ofertar una buena mezcla de mecánicas a un rango de peso que no impida que pueda llegar al gran público. Aquí encontramos cierto desarrollo económico, que deberemos gestionar para tener ingresos en cada turno, pero también desplegar bien las terrazas, que son nuestra herramienta principal de conseguir todo tipo de ventajas en forma de palomas u objetivos.

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Principalmente encontramos un juego más táctico que estratégico, con un sistema de objetivos durante la partida que se apoya en unas mayorías de final de partida, en la que sí deberemos compararnos con el resto de jugadores. Los objetivos serán la principal fuente de puntos de victoria, para la que los jugadores deberán ir amoldando sus turnos, siempre teniendo en mente el desarrollo necesario creando nuevos restaurantes que nos aporten más ingresos. Esto hace que no estemos jugando encorsetados, pero sí sobre unas guías que nos indican el siguiente mejor paso, que será intentar completar objetivos y posicionarnos para las mayorías. A todo esto le podemos añadir el sistema de palomas, excéntrico a nivel temático pero que aporta esa capa de tensión por los beneficios que puede generar y que, si aprovechamos antes de que otro jugador nos quite la oportunidad, marcarán una diferencia.

Todo eso se apoya en una producción interesante pero no del todo práctica. Más de una vez habrá que girar la cabeza para ver las terrazas que tapan algunos restaurantes, algo que no es funcional pero que puede, contradictoriamente, darle una presencia diferencial que haga a Cena en París un título atractivo. Esta tridimensionalidad era difícil de salvar, pero a su vez hace que luzca bien y pueda llamar la atención al público al que va dirigido, no sin antes tener que pegar con pulso de acero un buen puñado de pegatinas. A este montón de plástico y el agradable cartón a doble capa de los tableros de jugador, se le puede contrarrestar la calidad mediocre de las cartas, que se atreven con un borde negro en el que, desde las primeras partidas, veremos virutas blancas del roce. Una de cal y otra de arena, muy propio de una editorial sin el recorrido de otras de mayor envergadura.

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En cuanto a la experiencia de juego, se agradece que Cena en París no sea un título falto de interacción. No solo encontramos un sistema de mayorías, que variará en cada partida, sino que la posición de las terrazas acabará causando codazos, especialmente en el tramo final de la partida. Eso hace que debamos planear bien cuando expandirnos en nuestro turno, y posponer otras acciones, antes de que sea demasiado tarde.

En cuanto a su escalabilidad, el juego ofrece una reducción del tablero para partidas a menos jugadores, aunque realmente se agradece la interacción adicional por cumplir objetivos y ocupar espacio con las terrazas que empieza a apreciarse a tres jugadores. Pese a que me ha parecido más divertido a cuatro, hemos disfrutado con las partidas en pareja, dotadas de una mayor agilidad. Extraoficialmente, encontramos un modo solitario creado por un usuario de la BGG, el cual parece funcionar razonablemente bien, pero que en mi opinión no justifica que Cena en París sea un juego encarado al disfrute sin rivales.

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En definitiva, Cena en París es un título de peso medio, bien tematizada y agradable, que propone un reto más táctico que estratégico y que mezcla un desarrollo de los ingresos que podemos ir generando con la colocación de losetas en el centro de la mesa. Con varios elementos de interacción y una interesante variabilidad entre partidas que es justa pero suficiente, Cena en París se apoya en una producción demasiado vistosa, de la que la tridimensionalidad puede molestar, pero que a su vez da una presencia en mesa que suele ser apreciada por el público al que va dirigido.

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Pros

  • Un título que mezcla el desarrollo con la colocación de losetas de una forma bien tematizada y suficientemente original.
  • Varios puntos de interacción para que las partidas se sientan vivas y tensas.
  • La variedad de cartas y las mayorías ofrecen al juego la variabilidad suficiente entre partidas.
  • La colorida producción puede ser un aclamo, tanto por sus edificios como los tableros de doble capa de cartón.

Contras

  • Las cartas tienen una calidad precaria, con bordes negros que no ayudan a disimularlo.
  • La tridimensionalidad del juego puede obligarnos a girar la cabeza para ver lo que esconden los edificios.

Este juego ha sido cedido por Jugamos Una para poder redactar la reseña así como tomar las fotos. Gracias por el detalle.