Hoy os traemos uno de los últimos títulos de Devir, siendo este Paris: la Cité de la Lumière uno de los proyectos originales que ha lanzado recientemente.
Se trata de un diseño de Jose Antonio Abascal Acebo (Checkpoint Charlie) que cuenta con las pinturas al óleo de Oriol Hernández que nos transportan a más de un siglo de distancia a la ciudad de la luz. Es un juego exclusivo para 2 jugadores, con una edad mínima recomendada de 8 años y una duración aproximada de 30 minutos.
¿DE QUÉ VA?
París, 1889. Antes de la exposición universal, los parisinos pusieron el máximo empeño en alumbrar la ciudad mediante la electricidad en sus calles. Como personalidad con presencia en la capital francesa, no solo deberás edificar de forma ingeniosa, sino intentar que tus edificios se bañen de tanta luz como sea posible.
Bajo este colorido tema, Paris: la Cité de la Lumière es un abstracto juego de colocación de losetas para dos jugadores. Mediante la variabilidad entre partidas y dos fases de juego bien diferenciadas, el título ofrece un equilibrio entre estrategia y táctica que hace que cada turno tenga un gran peso en el resultado final.
¿QUÉ LLEVA EN LA CAJA?
Tras la preciosa pintura de Oriol Hernández encontramos:
- Una cuna que sirve de tablero de juego, con un panorama de París en la cara interna de la caja.
- 16 losetas cuadradas de adoquines, ocho por jugador.
- 12 fichas de edificio de formas distintas y doble capa de cartón.
- 14 chimeneas en madera, 7 por jugador.
- 8 marcadores de acción, 4 por jugador.
- 12 postales de acción.
- Elementos adicionales para algunas postales como:
- Una ficha de pintor.
- Una ficha de bailarina.
- Un espacio de adoquines mixtos.
- Una loseta de fuente.
- Una loseta de estatua.
- Una loseta de farola.
- Una loseta de gran farola.
- Una loseta de anexo.
- Una loseta de jardín botánico.
Todo esto viene junto con un manual que sigue el formato del periódico parisino del siglo XIX, Le Petit Parisien. A nivel de producción, algo que describimos durante nuestra opinión, cabe destacar la cuna que nos sirve de tablero, en la que encontramos bordes de double-layer de cartón, las chimeneas en madera personalizada y los edificios que vuelven a usar dos capas de cartón para darle tridimensionalidad. Todo ello luce bien sin caer en el plasticismo actual, algo que hace que el juego sea contenido tanto en forma como en costes.
¿CÓMO SE JUEGA?
Antes de empezar la partida, cada jugador toma los componentes de un color, naranja o azul, y se revelarán ocho postales aleatorias alrededor del tablero de juego. Éstas aportarán acciones especiales que podremos activar durante la segunda fase de la partida.
PRIMERA FASE
Durante la primera fase los jugadores crearán el tablero que usarán durante la segunda mitad, además de obtener los edificios que colocar sobre los adoquines. En esta fase los jugadores tendrán una loseta en la mano, que solo ellos conocerán, y que repondrán en el momento que la coloquen sobre la mesa. Cada jugador, en su turno, tiene dos opciones:
- COLOCAR LA LOSETA: El jugador activo puede colocar la loseta que tiene en su mano sobre el tablero de 4×4 que encontramos dentro de la caja. La loseta debe permanecer dentro de la cuadrícula del tablero, indicada por los puntos. Podremos reorientarla a nuestro gusto y colocarla adyacente a cualquier otra loseta.
Para poder colocarlas adecuadamente debemos saber que las casillas de nuestro color nos permiten edificar sobre ellas, mientras que las de color rival no. Las casillas de adoquines mixtos, de color morado, permiten que cualquiera de los jugadores las pisen con sus edificios. Las farolas no pueden ser tapadas con edificios y debes saber que te interesa erigir tus edificios adyacentes a estas fuentes de luz, que son las que te otorgan puntos. Después de colocar una loseta roba otra para tener siempre una en la mano. Esta fase del juego termina cuando ambos jugadores han colocado sus ocho losetas.
- ROBAR UN EDIFICIO: En lugar de colocar la loseta que tenemos en la mano, podemos coger uno de los edificios disponibles en la mesa. Recuerda que solo hay 12 edificios de formas únicas, y que el primero que lo obtenga será el que lo colocará sobre sus adoquines en la siguiente fase. El manual recomienda tener al menos tres antes de acabar la ronda. En las mejores partidas, dejando poderes de postales aparte, cuatro suele ser un buen número.
Tras agotar las losetas, los jugadores empezarán a jugar la segunda fase, siguiendo el orden de juego.
SEGUNDA FASE
En esta segunda mitad los jugadores no solo colocarán sus edificios sino que intentarán beneficiarse de las postales para exprimir al máximo su puntuación final. Tendrán dos nuevas opciones a elegir:
- COLOCAR UN EDIFICIO: Los jugadores pueden colocar, en su turno, uno de los edificios que hayan tomado en la primera mitad de la partida y colocarlo sobre adoquines aptos para ello. Recuerda que solo podremos colocarlo sobre adoquines de nuestro color y morados, que son adoquines mixtos aptos para ambos jugadores. No podremos pisar farolas o edificios ya colocados.
- USAR UNA POSTAL: Cada jugador tiene cuatro marcadores de acción para colocar sobre las postales y ejecutar su acción. En cada partida aparecerán 8 de las 12 postales incluidas en el juego, que tienen un solo uso, de modo que el jugador que elija alguna de ellas lo indicará con su marcador y la volteará para indicar que ya no puede ser escogida.Cada postal tiene sus normas de uso. Algunas permiten cambiar un edificio con alguno de la reserva, otras nos permiten colocar nuevas farolas en la ciudad de París y otras permiten cambiar el terreno tras haber acabado la primera fase. ¡Úsalas bien y no lo hagas tarde o tu contrincante podrá quitarte lo que más te interese!
Una vez los dos jugadores hayan colocado todos los edificios posibles e invertido sus indicadores de acción, pasaremos a puntuar puntos.
Los puntos que ofrecen los edificios dependen del tamaño de cada edificio multiplicado por las farolas adyacentes a este. De tal manera que un edificio que ocupe cinco casillas no puntúa nada si no tiene una fuente de luz adyacente ortogonalmente, mientras que puede generar 15 puntos si toca tres farolas. Adicionalmente, los jugadores obtienen un punto adicional por cada casilla ocupada por su complejo de edificios adyacentes más grande.
Finalmente, restaremos 3 puntos por cada pieza de edificio que no hayamos logrado edificar tras haberla reclamado. ¡No seas muy ambicioso o te saldrá bien caro!
Adicionalmente, algunas postales dan puntos por otras vías. Podremos evitar los puntos negativos activando el Sacré Coeur o ganar hasta 12 puntos con la estatua de Le Penseur. ¡Todo depende de las postales que hayan salido al inicio de la partida!
¿CÓMO QUEDA EN LA MESA?
Pese a que Paris: la Cité de la Lumière se juega dentro de la caja, necesitaremos más espacio para desplegar las ocho postales de la partida, los 12 edificios y los componentes de cada jugador. Es un juego que no ocupa en exceso, pero agradece tener mesa para jugarse cómodamente sin mezclar unos elementos con otros y poder tener a la vista las acciones restantes del rival o los edificios que vaya adquiriendo.
¿QUÉ NOS PARECE?
Paris: la Cité de la Lumière ha sido una maravilla de la que llevábamos tiempo oyendo hablar y ya tocaba que fuera publicada. Ahora podemos decir de primera mano que es un abstracto con varios detalles que lo hacen único, y eso deja huella.
Para los que hayáis paseado por ferias con zonas de prototipos, posiblemente hayáis coincidido con Jose Antonio Abascal enseñando su juego para dos jugadores. No podemos negar que la gente hablaba bien del proyecto y que algunas editoriales ya le habían echado el ojo, pero que el principal miedo acerca de este juego era reducir su producción, que inicialmente incluía plástico en sus edificios, para poder ofrecer un producto de precio contenido y en una caja que fuera más accesible al público familiar. Esta limitación, posiblemente la única, ha hecho que hayamos tenido que esperar un poco más de la cuenta en ver París en las tiendas.
A simple vista tenemos un abstracto para dos jugadores de colocación de losetas, pero pronto nos damos cuenta de los elementos diferenciales que lo convierten en un título más original de lo que cabría esperar de una caja tan pequeña. En Paris: la Cité de la Lumière encontramos un juego con dos fases diferenciadas y que requieren de un timing muy especial para que todo salga como esperamos, dado que aquí las reacciones de nuestro rival van a tener un peso muy importante, con una interacción más elevada que cualquier otro juego losetero y que se acerca al contacto constante que se espera en abstractos clásicos.
Durante la primera mitad de la partida los jugadores van creando un tablero sobre el que jugar la segunda. Es fácil comprender la relevancia que tiene ir preparando áreas sobre las que colocar las losetas, pero no es tan sencillo apreciar la necesidad de saber cuando coger una pieza de edificio en lugar de seguir montando el tablero de juego. En ese sentido, los edificios son un recurso tan limitado como único, dado que sus formas no se repiten y en un turno puede desaparecer aquello que esperamos para encajar en los adoquines que acabamos de colocar. Más allá de esto, si hemos generado una superficie muy atractiva y tenemos la pieza adecuada, esta primera fase se vuelve una carrera para ser el primero en colocar tu última loseta y ser el primero en jugar esta segunda parte, donde muchas cosas cambiarán gracias a las postales.
Uno de los miedos era que una primera parte pudiera marcar la segunda de forma determinante. Aunque no deja de ser así, teniendo que saber donde colocar tus losetas para no acabar perdiendo puntos por quedarte con edificios en la mano, hay varios mecanismos para evitar que nos frustremos antes de la puntuación final. Por una parte, la cantidad de adoquines morados nos permite jugar y ser flexibles, encontrando algunos huecos que podamos aprovechar. No te confíes, estos adoquines son tan nuestros como del rival y pueden desaparecer en un turno, si es que están adyacentes a casillas rivales, algo que podemos proteger en ciertas ocasiones para aumentar la seguridad de esos adoquines morados.
Esta segunda parte, de nuevo, convierte cada turno en una dicotomía difícil de resolver. Ya tenemos los edificios que queremos plantar en París, pero ahora se abre el abanico de las habilidades sobre las ocho postales. Estos ocho poderes no solo podrán modificar el tablero sino que repercutirán en la generación de puntos, por lo que antes de llegar a esta segunda mitad del juego ya tendremos que tener presentes las opciones que nos ofrecen. Aun así, de nuevo la cadencia de nuestras acciones tiene gran importancia: si no tomas la postal puede que sea tu rival quien la coja, pero si no pones tu edificio puede que esos adoquines morados sean pisados por tu contrincante. Aquí es donde deberemos leer los pasos del otro jugador y valorar qué acción tomar a cada momento. Algo que no será un movimiento seguro y dependerá de la pericia de quien tengamos en frente, pero que convierte cada turno en una difícil decisión.
Si con estos detalles aún no tienes suficiente, la variabilidad ofrecida por las habilidades es algo que hacen que sea muy interesante rejugar este Paris: la Cité de la Lumière. Con otras postales la partida se jugará de forma diferente. Por ejemplo, si aparece el Sacré Coeur, que no nos penaliza por edificios sobrantes, podemos permitirnos coger una pieza a mayores que podríamos neutralizar adquiriendo la habilidad, o si aparece la Lampadaire, que nos ofrece una nueva farola, igual nos interesa hacer un gran edificio adyacente a un par de farolas que podamos, finalmente, multiplicar por un punto más gracias a esta nueva fuente de luz. Si añadimos a eso la aleatoriedad en el robo de losetas, tenemos un juego que, por ahora, no nos está dando la sensación de poder jugarse en automático, ni con unos turnos de apertura claros, algo que hace que se sienta como un gran reto.
La labor de Devir es clave en este título. Primero, parece que la editorial está cogiendo el gusto en publicar nuevos títulos, tanto en este caso como en Ratzzia de Sophia Wagner (Noria) o Karekare de Muntsa Corbella y Gustavo Mariano, todos ellos lanzamientos de este año que nos ocupa. Este afán por editar licencias propias no tendría tanto valor si no se acompañara del mimo que hemos podido ver, de primera mano, tanto en París, del que tenéis muestras en forma de fotografías, como del Ratzzia que pudimos toquetear en la última UK Games Expo. Se aprecian los años a la espalda de esta empresa, y el cariño que se invierte en que los juegos tengan un aspecto excelente sin caer en la tendencia actual de la sobreproducción. Cuando nos centramos en este juego de Abascal, no solo vemos que han sabido mantener la esencia y el preciosismo sin salirse del cartón y un poco de madera, sino que lo han logrado con una caja que, sin exagerar, tiene el tamaño justo para contener los componentes y que, además, será usada durante la partida. Todo ello hacen que el proyecto sea un logro no solo a nivel mecánico, cosa que ya viene trabajada de casa por el diseñador, sino a nivel de producción.
Aunque la función de Jose Antonio haya sido imprescindible, Oriol Hernández hace que este juego se convierta en un producto artístico como pocos otros juegos. Como nos contó Quim Dorca, Oriol cogió este proyecto con gran entusiasmo y tanto la portada como el panorama que recubre el interior de la caja son solo una parte del mural de metros de largo que pintó el artista catalán con un estilo impresionista que nos hace viajar en el tiempo. Por si la portada no fuera suficiente, el formato de postales para las habilidades especiales son otra muestra de una gran capacidad artística que queda vigente en este primer juego que, con suerte, no será el único al que de color este pintor.
Por todo esto, Paris: la Cité de la Lumière es uno de los grandes juegos del año para nosotros. No solo es el juego para dos que más podemos recomendar para los que nos acompañan en Essen (PD: Benja, queremos la promo de la feria, primer aviso), sino que nos parece que tiene mucho camino por delante, muchas ediciones extranjeras por salir y un seguimiento estrecho a las nuevas ideas de Jose Antonio Abascal, que ha sabido demostrar que sabe ofrecer títulos originales. Creo que tenemos razones suficientes para recomendar este juego a todo aquel que disfrute jugando en pareja, que le gusten las losetas y sepa reaccionar a los turnos del rival, dado que en Paris: la Cité de la Lumière el tempo tiene una importancia vital tanto en su primera como segunda parte. Si sobre las mecánicas te cruzas con alguien como Oriol, que convierte el juego en una pieza de arte, ya te quedas sin excusas para pasar de largo de este gran título.
PUNTOS POSITIVOS
- Un abstracto con elementos originales: la presentación de una partida en dos fases diferenciadas hace que se sienta como una bocanada de aire fresco en esta categoría.
- La relevancia del timing: dado que cada turno nos presenta dos opciones, en cualquiera de las dos fases de la partida, el orden de actuación hacen que sea muy importante y siempre debamos intentar intuir el mejor paso para el rival.
- Un producto artístico a destacar: gracias a los colores de Oriol Hernández, París: la Cité de la Lumière es, además de un gran juego, un cuadro en forma de caja. Nos han encantado sus postales tras haber disfrutado con ese panorama de la capital francesa.
PUNTOS NEGATIVOS
- Las peanas del pintor y la bailarina: dentro de la exquisita producción, estos peones de cartón no brillan como el resto de componentes y pueden ocupar más de una casilla.
Este juego ha sido cedido por Devir Iberia para poder redactar la reseña así como tomar las fotos. Gracias por el detalle.
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Meeple sano in corpore sano.
Doctor Meeple es el alter ego de Sergi, médico de día y jugón a tiempo completo. En esta afición he encontrado un espacio en el que recrearme haciendo fotografías de detalle y evadirme moviendo cubos, algo que pretendo plasmar en cada una de las entradas que encontraréis aquí y en otras redes. ¡Nos vemos por las mesas!