Hoy hablamos del lavado de cara del magnífico Los Príncipes de Florencia, un título que sigue en lo más alto de la BGG por su excelente equilibrio y gestión apretada, mezclada con una interacción constante.
Vuelve un clásico que mezcla las subastas y el loseteo de una forma impecable, con una interacción constante y dos expansiones modulares muy disfrutables.
Diseñador/a: | Wolfgang Kramer, Richard Ulrich, Jens Christopher Ulrich |
Ilustrador/a: | Lukas Siegmon |
Editorial: | Delirium Games |
Idioma: | Español |
Número de jugadores: | 1-5 |
Duración: | 75-100 min |
Edad mínima recomendada: | 12+ |
¿DE QUÉ VA?
En Los Príncipes de Florencia los jugadores tomarán el rol del título nobiliario homónimo para construir y desarrollar su villa para atraer a los mejores artistas y estudiantes de toda Florencia. Para ello deberemos apostar por encima de las familias rivales y poder edificar todo lo que nuestros intelectuales visitantes requieran para desarrollar sus obras.
¿CÓMO SE JUEGA?
La partida de Los Príncipes de Florencia se desarrolla en siete rondas, durante las cuales los jugadores irán adquiriendo edificios para atraer a distintos artistas y eruditos a sus villas. Para obtener los edificios y facilidades, los jugadores deberán llevar a cabo astutas subastas, tras lo que deberán gestionar sus terrenos y edificios en su parcela florentina.
Los jugadores empiezan con un tablero individual en el que tienen su villa construida. Además de ese terreno sobre el que irán colocando edificios, empezarán con una cantidad de dinero que deberán saber gestionar pues, al final de la partida, no será una fuente de puntos.
Cada ronda se divide en dos fases diferenciadas, las cuales se llevan a cabo en orden de turno, el cual irá rotándose a la izquierda en cada ronda futura.
FASE DE SUBASTAS
En la primera mitad de la ronda los jugadores iniciarán subastas para adquirir elementos de la mitad izquierda del tablero. El jugador activo elige qué elemento se subasta, abriendo el precio con 200 florines. Si al acabar la subasta no es el ganador de la misma, seguirá siendo el jugador activo que deberá elegir un elemento a subastar distinto.
Los jugadores podrán, en orden de turno, subir la puja 100 florines o pasar, imposibilitándoles volver a entrar a la subasta actual. El mayor pujador pagará a la banca el precio establecido y deberá colocar su peón encima del tablero central, sobre la pila de piezas o cartas adquiridas, para dejar claro que ya no puede participar en futuras pujas y que no se pueden subastar más elementos de dicho tipo. El último jugador activo no tendrá competencia para la puja, por lo que pagará el precio inicial de 200 florines antes de recibir el elemento seleccionado.
Como hemos dicho más arriba, cada jugador solo puede adquirir un elemento por ronda y no se subastarán dos elementos idénticos en una misma ronda, por lo que cuando el elemento en el que estamos interesados salga a la puja, debemos saber que es nuestra única oportunidad en dicha ronda de adquirirlo.
Los elementos a adquirir son losetas de zonas verdes, en tres categorías, así como cartas o personajes. Os resumimos sus usos:
- Las losetas de paisaje nos permiten cumplir requisitos de profesiones, el elemento principal del juego que explicaremos más adelante en la acción de “completar obra”. Dichas losetas aparecen en cada una de las cartas de profesión y, a diferencia de los edificios, pueden colocarse desde el inicio de la partida adyacentes a otros edificios. Podremos tener varias losetas del mismo tipo, generando así puntos de victoria al construirlas.
- Los constructores nos ayudan a la hora de colocar losetas. Cada jugador puede adquirir hasta tres constructores (en tres rondas de subasta distintas) para desbloquear ayudas. El primer constructor abarata el precio de los edificios de 700 a 300 florines, el segundo nos elimina la limitación de no poder construir edificios adyacentes entre sí y, finalmente, el tercero nos permite construir gratuitamente.
- Los bufones añadirán dos puntos de prestigio a cada carta de profesión al completar la obra. No tenemos límite de bufones y no son específicos de alguna carta de profesión.
- Las cartas de contratación
- Las cartas de prestigio
FASE DE ACCIONES
En orden de turno los jugadores podrán llevar a cabo dos acciones. Podrán repetir acciones si lo desean, a excepción de adquirir propuestas sociales o adquirir cartas de profesión, que están limitadas a una sola vez por ronda.
Las opciones que tenemos son las siguientes:
- Completar una obra: esta es la acción más importante del juego y la fuente principal de puntos de victoria. Para conocer como se realiza, debemos entender la anatomía de las cartas de profesión. Inicialmente tendremos tres cartas en la mano, pero podremos adquirir más cartas de este tipo ya sea robándolas del mazo o reclutándolas de los rivales.
Como se aprecia en la carta superior, en el borde izquierdo indica los requisitos que dicho trabajador pide a nuestra villa para visitarla. Como vemos, solicita una de las tres losetas de paisaje, una obra social de las tres posibles y un edificio. Los requisitos no son necesarios, sino que deberemos cumplir tantos como podamos hasta un mínimo indicado por la ronda actual y buscando la mayor cantidad de prestigio para, como veremos al final de la ronda, ganar unos puntos adicionales.
Con los tres iconos superiores podemos obtener un máximo de diez puntos, a lo que se le suma lo descrito abajo: dos puntos por cada bufón en nuestro tablero, un punto por cada carta de profesión o de contratación que tengamos, tanto en juego como en nuestra mano. Finalmente, los jugadores pueden utilizar cartas de bonificación de su mano para sumar más puntos de prestigio. Dichas cartas se obtienen con otra de las acciones que veremos a continuación.
La suma de prestigio debe superar la puntuación mínima indicada en la ronda actual, de no ser así no podemos completar la obra. Además, marcaremos la puntuación de prestigio total con nuestro peón, ya que no solo nos otorgará dinero y puntos, sino que podremos ganar puntos adicionales si somos los jugadores que mayor prestigio han obtenido esta ronda.
La suma total de prestigio se adquiere en florines multiplicados por cien. Es decir, si sumamos 12 puntos de prestigio recibiremos 1200 florines, pudiendo devolver 200 florines para, en su lugar, ganar un punto de victoria. ¡Recuerda que el dinero es imprescindible para las subastas y las compras pero no dará nada al final de la partida!
- Construir un edificio: con esta acción podremos obtener una pieza de la mitad derecha del tablero pagando 700 florines y colocarlo en nuestro tablero. Estos edificios también son requisitos de algunas profesiones, y su colocación, inicialmente, no puede ser adyacente a otros edificios de nuestro tablero ya colocados. Adquiriendo constructores bajará el precio de compra y nos eliminará la prohibición de adyacencias. Construir un edificio otorga tres puntos de victoria.
- Robar una carta de profesión: nos permite robar cinco cartas, si las hubiera, de la pila de cartas de profesión, y nos quedaremos con una. Estas cartas contienen las obras que podremos completar, pero solo hay 21 distintas, por lo que en muchas ocasiones el mazo será escueto o inexistente, a partidas de muchos jugadores, por lo que deberemos utilizar cartas de contratación de las que ya hemos hablado, para robar obras ya realizadas de otros rivales.
- Aprobar una propuesta social: pagando 300 florines obtenemos una de las tres obras sociales que son otro requisito de obras. Hay menos copias de cada tipo de obra social que jugadores, por lo que deberemos estar atentos.
- Adquirir una carta de bonificación: como de costumbre, robaremos cinco cartas y mantendremos una de ellas. Estas cartas contienen formas de obtener prestigio adicional por lo que pueden utilizarse mientras llevamos a cabo la acción de “completar obra”.
Al final de cada ronda, el jugador o jugadores que hayan completado la obra de mayor prestigio, obtendrán 3 puntos de victoria. Tras esto los marcadores de prestigio, que no los de puntos de victoria, vuelven a los dueños para poder empezar una nueva ronda, con su fase de subastas. Recordemos que en cada ronda los requisitos de prestigio mínimos aumentan.
Al completar la séptima ronda tan solo queda puntuar las cartas de prestigio, de reverso verde, que muestran condiciones de final de partida. La suma de los puntos obtenidos durante la partida más los de dichas cartas determinarán el ganador.
¿QUÉ ME PARECE?
Los Príncipes de Florencia es un título excelente que nos propone una armoniosa mezcla de subastas y loseteo que lleva implícito un control estricto de nuestras acciones, recursos y espacio para edificar. Todo ello destila interacción por todas partes, haciéndolo un maravilloso ejemplo de juego en el que los codazos son imprescindibles.
Desde su lanzamiento, en el año 2000, Los Príncipes de Florencia fue un título con una gran acogida. Lo que nos proponía se alejaba de la gestión europea de recursos ya que toda la experiencia empieza y se orquestra alrededor de una subasta. Teníamos grandes títulos de subastas ya publicados como Modern Art o Ra, de nuestro querido Knizia, pero lo que se presentaba en este juego dejaba dicha mecánica en un plano paralelo al de la gestión, sin darle un protagonismo claro a la mecánica de aumentar el valor de compra. De esta forma, Los Príncipes de Florencia es tan juego de subastas como juego de losetas, haciendo que sea querido por aquellos que no son seguidores de las subastas más puras. Y es que aunque una primera fase es imprescindible para poder desarrollar nuestras obras, la gestión exigente que nos propone Los Príncipes de Florencia es igual o más protagonista que la fase inicial de la ronda.
El equilibrio es lo que más representa a Los Príncipes de Florencia. Nos encontramos con un juego que quiere que controlemos las probabilidades de aparecer de cada requisito en las obras. No en vano, al borde derecho de nuestro tablero tendremos las 21 cartas de profesión, para que sepamos en todo momento el coste de oportunidad de adquirir un edificio, respecto a su tamaño y ocupación en nuestro limitado espacio, o adquirir una obra social. Las siete rondas condensan decisiones que no pueden ser tomadas a la ligera, no solo por su coste en monedas, sino por el limitado espacio y el coste en lo menos abundante: acciones.
Los Príncipes de Florencia propone partidas de siete rondas pero que tienen un ritmo frenético, que pronto veremos que las catorce acciones que tenemos por delante se deben medir al milímetro y que la interacción va más allá de las subastas. No tendremos todas las losetas que nos gustaría, ni todas las obras sociales ni, siquiera, todos los profesionales que nos gustan. Que el juego se apoye en 21 cartas puntuables, sin contar las de final de partida, hacen que el mazo de robo se note escaso, incluso en partidas a pocos jugadores, pero claramente en partidas a cuatro o cinco, decantando el peso y el precio de las cartas de reclutamiento en partidas con muchos participantes.
Todo esto justifica la fama del juego, pero con motivo de esta edición se incluye un modo solitario, que no me ha dejado buen poso, y dos expansiones modulares, una de las cuales se ofrece por primera vez en nuestro idioma. Dichas expansiones no son una excusa para aportar algo nuevo, algo que inicialmente me temía, sino que ofrecen muy buenos añadidos y se están convirtiendo en parte indispensable de cada una de nuestras partidas.
Por una parte “La Musa y la Princesa” añaden una nueva fase de subastas, previa a la original, en la que los jugadores pagan por adquirir habilidades únicas durante la ronda, algo que no había salido publicado en nuestro idioma hasta el momento. Subastar los personajes no solo da una asimetría durante la ronda actual sino que añade una capa, fina en cuanto a reglas pero gruesa en cuanto a opciones, de estrategia adicional. Este añadido, tras una o dos partidas, se agradece por dar a los jugadores acciones potenciadas a cambio de una gestión más apurada del dinero, algo que dinámicamente puede traducirse en pujas más conservadoras.
Por otra parte tenemos su modo semi-cooperativo, apto para partidas de dos a cinco jugadores. Este cambio radical de la partida sorprende por lo bien que funciona, aunque lleve la palabra “cooperativo” en su título. Lejos de añadir intereses comunes, esta variante permite construir edificios colindantes cuyo beneficio se compartirá con un rival. Esto se traduce en un elemento más de comercio, en el que el tira y afloja se apoya en comerle la oreja a tus rivales y, con ello, sacar una mejor tajada de esta particular simbiosis. Es un modo que no incluiría en una primera partida porque requiere de conocer bien las los beneficios que se otorgan a cada jugador que participe en dicha cooperación, pero una vez conozcamos el juego base, ofrece grandes negociaciones incluso con solo tres jugadores en la mesa.
En cuanto a la escalabilidad, Los Príncipes de Florencia es un juego en el que las subastas tienen un peso significativo. Por ello, naturalmente se disfruta más a varios jugadores, especialmente tres o cuatro. A más, la escasez de losetas, las cuales se mantienen en número independientemente de los participantes a excepción de las obras sociales, pueden hacer que la experiencia sea más ardua; algo que puede ser disfrutable para algunos. Su modo solitario es un añadido que parece necesario en los tiempos actuales pero que, en un título como este, no acaba de cuajar. Personalmente creo que los intereses de los rivales pueden intuirse o deducirse, en algunos casos, algo que no queda bien emulado por el mazo de cartas de Wolfgang, el automa de esta edición.
En cuanto a la producción, es un avance muy grande respecto a su edición anterior. Encontramos en esta nueva edición un arte de Lukas Siegmon muy agradecido, partiendo de un juego austero como era en su edición original. Las ilustraciones, el uso de fondos de colores para poder identificar las categorías de los artistas, y la iconografía más clara, hacen que el juego luzca genial y mejore en cuanto a su comodidad de uso. Todo ello en una caja con un inserto poco práctico pero de un tamaño contenido, así como un precio muy competitivo.
En definitiva, Los Príncipes de Florencia es un juego consagrado, que se ganó su hueco y que lo mantiene estoicamente en las listas de BoardGameGeek. Tras más de dos décadas, se reedita un título muy recomendable con un lavado de cara y unos módulos que, más allá de ser simples añadidos, son expansiones muy interesantes y que estamos usando en cada partida. Un juego ideal para los que disfruten una gestión demandante de recursos, un espacio pequeño para colocar nuestras losetas y una interacción indudable en una fase de subastas que es determinante. Los Príncipes de Florencia es un ejemplo de clásico consagrado que no podemos dejar de recomendar.
Pros
- Vuelve un clásico que merecía la reedición, por su reputación y vigencia.
- Un título que aúna subastas y una gestión opresiva de recursos y losetas de una forma magistral.
- Un juego solo apto para los que disfruten de la interacción, ya que las subastas son un elemento importante en el juego, aunque no el único.
- Un lavado de cara agradecido y merecido, haciendo que la producción sea agradable sin excederse en precio.
- Incluye dos expansiones, una en primicia en español, que, sorprendentemente, nos han gustado mucho.
Contras
- Su modo solitario no encaja mecánicamente con la propuesta original, algo propio de un juego en el que las subastas son el eje vertebrador de la experiencia.
Este juego ha sido cedido por Delirium Games para poder redactar la reseña así como tomar las fotos. Gracias por el detalle.
Artículos relacionados
Meeple sano in corpore sano.
Doctor Meeple es el alter ego de Sergi, médico de día y jugón a tiempo completo. En esta afición he encontrado un espacio en el que recrearme haciendo fotografías de detalle y evadirme moviendo cubos, algo que pretendo plasmar en cada una de las entradas que encontraréis aquí y en otras redes. ¡Nos vemos por las mesas!