Tranglar [Reseña]

Tranglar propone un control de áreas abstracto y agresivo a partes iguales, que permite mucha versatilidad en los turnos de cada jugador.

En Tranglar encontramos ese tipo de juegos abstractos que, ante la libertad que propone, crea un juego con elevado potencial, pero que requiere de partidas para profundizar.

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¿DE QUÉ VA? 

En Tranglar dos jugadores intentarán conquistar el tablero de juego colocando sus fichas pero también atacando y capturando a las del rival. Todo ello genera un juego ofensivo en el que el control del tablero nos dará la victoria, intentando conquistar la mayor parte de los 64 triángulos que lo conforman.

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¿CÓMO SE JUEGA?

Al empezar una partida de Tranglar cada jugador elige un color y toma sus diecisiete piezas de dicho color y tres triángulos blancos, que son el color neutral. De dicho color neutral hay otras dos piezas que se colocan de modo aleatorio en el tablero de juego, que está formado por mas de medio centenar de triángulos. Las piezas en Tranglar tienen en el reverso el color del rival porque, como veremos más adelante, cambiarán de bando a medida que las vayamos capturando.

El objetivo en Tranglar al acabar la partida es que tus piezas ocupen más casillas que las del rival y para ello deberemos ocupar el tablero y atacar a las fichas del oponente.

En nuestro turno tenemos cuatro opciones a elegir:

COLOCAR UNA PIEZA SOBRE EL TABLERO

En Tranglar podremos colocar las piezas con total libertad. Tenemos todo nuestro repertorio disponible desde el primer momento y podemos colocarlas en cualquier lugar del tablero siempre que sus triángulos encajen, no se superponga con otras piezas ni sobresalga del tablero.

Tras colocar una pieza deberemos revisar si capturamos una pieza del rival. En Tranglar capturamos piezas si nuestras fichas rodean, adyacentes a alguna ficha del rival, más de la mitad de sus lados. De esa forma, no podremos colocar una nueva ficha que inmediatamente quede capturada por nuestro rival. Como nos podemos imaginar, en Tranglar deberemos ir protegiendo nuestras piezas para que sus lados no queden expuestos, algo que no será tarea fácil.

CAMBIAR NUESTRAS PIEZAS

Dado que tenemos piezas de tamaños muy variables y pronto el espacio libre en el tablero se verá comprometido, en nuestro turno podemos intercambiar piezas. El juego nos permite cambiar varias piezas del tablero por una pieza que ocupe la misma área o viceversa.

A medida que avance la partida será complicado meter nuevas piezas de gran tamaño, por lo que podemos intentar sustituir varias piezas pequeñas en juego por alguna pieza grande y tener mayor versatilidad en el futuro.

DOMINAR AL RIVAL

Si lo queremos, podremos robar una pieza del rival, que pasará a formar parte de nuestra reserva por el lado de nuestro color. Para capturar una pieza tenemos que ocupar el área de una ficha del rival por al menos dos de nuestras fichas para ocupar la misma superficie. Esto, que a priori puede parecer injusto, vuelve a tener relación con lo mucho que penaliza tener fichas grandes en momentos avanzados de la partida. De esta forma, robar una ficha del rival no es especialmente complicado, pero compromete nuestra flexibilidad en turnos futuros por lo que debemos valorar bien el beneficio de dicho movimiento.

PASAR

Si un jugador lo desea puede pasar. Volverá a tener turno tras su rival, pero si ambos rivales pasan de forma consecutiva la partida llegará a su fin.

La partida termina cuando ambos jugadores decidan pasar o se haya llenado por completo el tablero de juego. En ese momento el jugador que tenga más casillas de dicho tablero ocupadas por piezas de su color será el ganador.

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¿QUÉ ME PARECE?

En Tranglar encontramos un abstracto puro muy ofensivo que nos presenta una curva de aprendizaje superior a otros juegos en su categoría, pero que así deja clara su solidez y potencial competitivo.

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Desde que V-Games lanzó su primer juego de mesa, Twinkle, alejándose de los cubos de Rubik que tanto les representan, parece que la editorial griega a cogido el gustillo en esta categoría y este último Essen nos presentó Tranglar, un juego abstracto con muchas virtudes.

A nivel de presentación, V-Games sigue con margen de mejora, ofreciendo el juego en una caja más típica de juguetería que de juego de mesa. Es un punto flaco para una caja que conservaremos y que, a diferencia de su primer juego, se presenta tosca, gruesa y con apertura lateral, algo engorrosa en general.

Dentro lo que tenemos mejora el continente. El juego se presenta en plástico bien acabado, algo que denota su tradición con otros juguetes fabricados en dicho material. Tenemos un tablero bien acabado y piezas en plástico brillante sólido, pero muy agradable al tacto. Lejos de venir con un inserto tenemos el tablero y las piezas, en una bolsa de plástico.

A nivel de reglas Tranglar es sencillo de explicar pero pronto vemos que su profundidad reside en la variedad de opciones que se nos abren en cada uno de los turnos.

Para empezar, la disposición inicial de las dos piezas neutrales ya es un elemento que hará cambiar las partidas más de lo que esperamos. Tranglar tiene un tablero de juego más pequeño de lo que nos gustaría y, tras esa colocación, las piezas grandes de cada jugador tienen los turnos contados si queremos que tengan un espacio seguro.

La verdadera variedad nos llega durante la propia partida, y es que Tranglar, a diferencia de otros muchos títulos abstractos, permite total libertad a la hora de colocar las piezas en el tablero. De esta manera, no se trata de un juego en el que ambos rivales avancen, sino que desde fuera se introducen nuevas piezas sobre el tablero. Cada jugador cuenta con 17 piezas en su color y tres piezas neutrales triangulares, por lo que las formas son tan variadas como os podéis imaginar.

Esta libertad puede abrumar y genera una curva de dificultad que veremos en cuanto nos enfrentemos a alguien que conozca el juego. Y es que en el propio manual ya encuentras unos consejos tácticos que, más que ayudarte a decidir tu estrategia solo son un alarde de la multitud de formas que tenemos de jugar, más o menos ofensivas, o la importancia que tienen las piezas más pequeñas, puesto que son más seguras pero más fáciles de bloquear por tu rival.

Lo que no podemos obviar es que el juego requiere de atención constante. No solo del tablero sino de las fichas restantes de tu rival. Eso, que parece anecdótico, no lo es tanto. Respecto a otros juegos como el ajedrez, donde todo lo importante se juega en el tablero, aquí deberemos tener muy en cuenta las fichas de tu rival para poder intuir las reacciones que puede tener, al menos, a un turno vista. Eso sería más sencillo si no fuera porque el propio juego nos permite intercambiar fichas por otras que configuren la misma forma durante la partida, ofreciendo flexibilidad a cambio de invertir un turno de juego. Algo ingenioso pero que puede dar grandes giros en las partidas.

Al final Tranglar es un título satisfactorio porque el tablero progresa en dos direcciones. Por una parte las fichas inundarán las casillas triangulares pero, por otra, igual o más importante, se irán cambiando de bando las piezas colocadas. No olvidemos que es una carrera de fondo, por lo que poner muchas fichas no siempre será la mejor solución, sino aprovechar la ocasión para voltear alguna ficha del rival de una forma que, con suerte, sea segura para que no vuelvan a cambiar las tornas.

En definitiva, Tranglar es un gran juego que requiere tiempo y cierta dedicación. Un abstracto que se asimila a los clásicos puesto que la libertad que nos otorga permite una estrategia profunda, quizás demasiado. No es un título para echarle dos partidas y tiene cierta curva de aprendizaje, pero lo que deja claro es que es un juego perfectamente adaptable a nivel competitivo y que da mucha libertad a los jugadores. Si tienes un buen rival con quien descubrirlo, Tranglar es un proyecto muy satisfactorio.

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Este juego ha sido cedido por V-Games para poder redactar la reseña así como tomar las fotos. Gracias por el detalle.