En un formato de caja pequeña encontramos un juego muy sencillo pero que le da una vuelta a los juegos de memoria para que, lejos de frustrar, se acerquen a lo más divertido con este título de corte party game en el que si no lo sabes, te lo inventas.
Regalar siempre satisface, pero a veces no tanto si no recuerdas lo que recibes. Desconfía un poco si no recuerdas el objeto que vas a recibir en este juego de memoria (pero no tanta) y mucho faroleo.
Diseñador/a: | Kasper Lapp |
Editorial: | Ravensburger |
Idioma: | Español (multilenguaje) |
Número de jugadores: | 3-8 |
Duración: | 15 min |
Edad mínima recomendada: | 8+ |
¿DE QUÉ VA?
En That’s Not a Hat somos unos altruistas personajes que quieren regalar a sus amigos todo tipo de objetos. Desde un osito de peluche a un cono, que, evidentemente, no es un sombrero. Del exceso de altruismo, nunca podremos tener dos regalos frente a nosotros, así que tendremos que volver a regalar el objeto anterior… ¡pero boca abajo! Recuerda bien lo que regalas, farolea si no lo sabes o rechaza un regalo si no es lo que parece ser.
¿CÓMO SE JUEGA?
En That’s Not a Hat jugaremos una serie de rondas que determinaremos los jugadores, hasta que alguien llegue a una cantidad concreta de puntos negativos. Los jugadores intentarán no llevarse dichos puntos y, para ello, deberán recordar los objetos en constante movimiento o dudar en el momento oportuno.
Al inicio de cada ronda cada jugador tendrá un objeto boca arriba frente a sí, y dejaremos el mazo de cartas restantes en el centro de la mesa, mostrando la cara de objetos. ¡Ya podemos empezar a regalar!
El jugador inicial deberá tomar el primer regalo del mazo central, enseñárselo al resto de jugadores y voltear la carta. Ya no vemos el objeto, pero su reverso indica a qué lado debe pasar el regalo.
Tras pasarlo a izquierda o derecha, el jugador puede aceptarlo o rechazarlo. En principio, los jugadores rechazan un regalo si creen que no son lo que el jugador que se lo manda haya dicho. Evidentemente ahora acabamos de ver el objeto, así que no hay duda de que es un regalo correcto y lo aceptaremos, pero lo entenderemos más adelante.
Al aceptar un regalo, como tendremos dos cartas, siempre deberemos regalar la otra carta. Es decir, no podemos volver a regalar el objeto recién recibido; sería una falta de respeto bien gorda. Al inicio de la ronda, puesto que las cartas están boca arriba, las mostraremos, diremos en alto lo que el dibujo representa, y las voltearemos para el resto de la partida. De nuevo, en su reverso una flecha indicará a qué lado la pasaremos.
Pronto todas las cartas estarán boca abajo y los jugadores deberán seguir intercambiando regalos. El sistema de flechas hará que las cartas giren en sentidos variados y seguir la pista de cada objeto sea algo más complicado de lo que parece al leer estas líneas, os lo aseguro.
Aquí es donde entra la mecánica de rechazar un regalo. Al recibir una carta, si creemos que lo que nos anuncia el jugador no coincide con lo que muestra el anverso de la carta, deberemos rechazarlo. Al rechazar un regalo daremos la vuelta a la carta y pueden ocurrir dos cosas: si nos hemos equivocado y el objeto coincide con lo anunciado por el altruista jugador, hemos perdido el reto y nos quedaremos con dicha carta como un punto negativo; de lo contrario, el punto negativo será para el jugador que envía dicho regalo.
En cualquiera de ambos casos, el jugador que lanzó el reto roba un nuevo objeto del centro de la mesa, anuncia el contenido, lo voltea y seguimos el formato de ronda habitual, manteniendo el resto de cartas de la mesa en juego, muy probablemente boca abajo y en lugares que pocos recordaremos.
Cuando un jugador haya acumulado tres cartas negativas la partida habrá acabado, siendo cada carta un punto negativo y ganando el jugador con menos puntos negativos. Aun así el esquema de puntuación es muy flexible, y podemos elegir a cuantas rondas o a cuantos puntos queremos jugar.
¿QUÉ ME PARECE?
That’s Not a Hat es un juego que destaca por ser altamente divertido aunque se mueva en la categoría de juegos de memoria. Un título apto para cualquier fiesta, en el que memorizar tiene un valor, pero farolear o lanzar dobles faroles tiene, sin duda, un valor más elevado. Con esta mezcla de conceptos tenemos un juego muy simple pero tan original que no podemos dejar pasar.
Kasper Lapp siempre sorprende por su originalidad con su gran éxito Magic Maze, pero también por pequeños títulos como POK (su reseña aquí). En el juego que hoy nos ocupa, vuelve con una idea sencilla que se aleja de otros juegos en su categoría, haciendo que con solo un puñado de cartas con objetos variados y unas flechas a izquierda y derecha, tenemos montada una experiencia que, sin duda, hará que los jugadores tengan que mentir de vez en cuando, aguantándose, o no, las risas.
Todo lo que se forma alrededor de That’s Not a Hat es ajeno a las normas del juego, como suele pasar en los mejores fillers. Es otro de estos juegos que sobre el papel te pueden dejar frío, puesto que su funcionamiento es muy sencillo y nada sorprendente, pero que son las dinámicas y situaciones lo que harán que las partidas sean, sin duda, memorables. En el caso de este juego, el salto de las reglas a la mesa hace que entendamos que memorizar no es lo central del juego, sino que el faroleo, o el doble faroleo, es nuestra herramienta principal, siendo un faroleo constante un motivo de sospechas, increpación y risas inevitables.
Debo insistir en que sin ser seguidor de los juegos que se basan en la memoria, That’s Not a Hat a sido una grata sorpresa por todo lo comentado anteriormente. No temáis si tenéis memoria de pez, podréis compensarlo con una buena mentirijilla. Es por eso que el juego funciona perfecto para pequeños momentos en familia, con rondas en las que la puntuación quizás no sea ni lo más importante, pero sea difícil de rechazar, una sensación similar a lo que ocurre con Just One.
A nivel de producción, se trata de un formato pequeño de Ravensburger. Es una caja cantosa, llamativa y con un estilo artístico muy básico, perfecto para el tono desenfadado del juego. En su interior tenemos un buen puñado de cartas con traseras con fondo rosa, que intercalan el segundo tono entre el blanco y el negro, cuyo color no tiene nada que ver con el sentido de la flecha. Es una producción adecuada para la sencillez de lo que precisa, con cartas de una calidad aceptable que, por suerte, no requiere de barajar a menudo. Todo ello hace que el juego sea barato y pequeño, perfecto para meterlo en la mochila.
En cuanto al número de jugadores, el juego se apoya en el caos y el caos aparece cuando somos, al menos, cuatro o cinco jugadores. A tres, o incluso con su variante a dos, la situación es más controlable y quizás menos divertida, perdiendo su componente party que, realmente, y en mi opinión, es lo que caracteriza al juego. De esta forma, es un juego que sacaría ante grupos grandes, recordando que permite hasta ocho jugadores, algo nada habitual, y que hará que el juego sea muy divertido y, pese a su simpleza, sea un buen entretenimiento para grandes reuniones, no para sesudas sesiones de juegos.
Por todo esto, That’s Not a Hat es un título que destaca por originalidad. No es un título para todo el mundo, pero tampoco es el juego que aparenta. Aunque inicialmente pensemos que se trata de memorizar y seguir el rastro de los objetos, pronto vemos que la esencia del juego es farolear y sobrellevar el caos que se formará, irremediablemente, en la mesa. No en vano el juego permite hasta ocho jugadores, gran virtud, y que hace que That’s Not a Hat sea un party único en su especie, atípico pero divertido y que en pocos minutos nos tendrá riendo si logramos superar la frustración de haber olvidado un puñado de nombres. Una gran recomendación si valoras los partys originales.
Pros
- Un título que sorprende por lo mucho que luce en mesa y lo poco que puede convencer tras leerlo.
- Unas reglas tan sencillas que parecen que se trate de un juego de memoria, pero que esconde un party caótico en el que farolear sea más importante que recordar.
- Uno de esos juegos que se parece a pocos y por ello es fácil justificarlo en la estantería, además de por poderlo sacar en gran variedad de situaciones.
Contras
- Un título que brillará a más jugadores, por lo que a tres o cuatro puede quedarse algo descafeinado.
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Meeple sano in corpore sano.
Doctor Meeple es el alter ego de Sergi, médico de día y jugón a tiempo completo. En esta afición he encontrado un espacio en el que recrearme haciendo fotografías de detalle y evadirme moviendo cubos, algo que pretendo plasmar en cada una de las entradas que encontraréis aquí y en otras redes. ¡Nos vemos por las mesas!