Un filler de Knizia muy bolsillero y rápido, que pretende divertir por encima de todo.

Con Penguin Party encontramos uno de esos títulos de Reiner Knizia directo, sencillo, y sin capas de profundidad, que deja en manos de la intuición gran parte de la experiencia.

Diseñador/a:Reiner Knizia
Ilustrador/a:Kaori «Goo» Yamaguchi
Editorial:OPEN’N PLAY
Idioma:Coreano/inglés
Número de jugadores:2-6
Duración:15 min
Edad mínima recomendada:6+
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¿DE QUÉ VA? 

Estos pingüinos andan montando una fiesta de lo más acrobática y se han propuesto crear una pirámide en pleno Polo Norte. Ayuda a estos animales a subir en la pirámide y no te quedes con cartas en las manos. ¡Para ello tendrás que intuir las cartas de tus rivales y arriesgarte con cada decisión!

Penguin Party boardgame juego de mesa
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¿CÓMO SE JUEGA?

En Penguin Party la partida se prepara de forma rápida: solo hace falta repartir las cartas a partes iguales entre los jugadores y tener en cuenta que vamos a crear una pirámide cuya base tendrá una anchura de ocho cartas. ¡Ya estamos listos para empezar! En cuanto a rondas, se deberá repetir este formato tantas veces como jugadores participen en la partida.

Las cartas de Penguin Party incluyen cinco tipos de cartas distintas, que se diferencian en su dibujo y su patrón de colores. Nuestro objetivo es intentar quitarnos de la mano tantas cartas como sea posible antes de que sea demasiado tarde…

Y es que el turno en Penguin Party es sencillo. Debemos jugar alguna de nuestras cartas siguiendo unas sencillas reglas. Si no podemos jugar ninguna de las que nos quedan en la mano, habremos perdido y recibiremos tantos puntos negativos como cartas restantes. ¡Intenta planificar un poco!

Penguin Party boardgame juego de mesa
Si no colocan pronto una carta verde en el segundo nivel, puede que ese color desaparezca. ¡Cada carta corta la mitad del camino de las dos inferiores!

Las reglas de construcción son sencillas y dan sentido a la estructura piramidal. Los jugadores siempre pueden colocar cartas en la base, hasta completar el límite de ocho cartas que formarán este primer piso. Cuando haya dos cartas lateralmente adyacentes, ya podremos construir en un piso superior, siempre que la carta colocada en ese siguiente piso coincida en color con alguna de las dos inmediatamente inferiores. En este sentido, a medida que vayamos subiendo niveles se irán cortando caminos de ciertos colores y ahí entra en juego nuestra intuición de los intereses rivales, especialmente sabiendo que en total hay siete cartas de cada color, excepto del color azul.

Penguin Party boardgame juego de mesa
Al final de la ronda perderemos tantos puntos como cartas nos hayamos tenido que quedar en la mano.

Si algún jugador logra colocar todas sus cartas no solo evita robar puntos negativos sino que, además, podrá devolver dos de sus puntos negativos previos. Esto no es algo habitual, pero tremendamente satisfactorio.

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¿QUÉ ME PARECE?

Penguin Party es uno de los fillers clásicos del Doctor Knizia que recuerdo con más cariño. Uno de los títulos que parece solo una demostración de una mecánica matemática, azarosa y simplona, que pretende que sean las posibilidades y probabilidades las que salgan a jugar, intentando que deduzcamos intenciones rivales. Un juego básico, plano y sin profundidad, pero que da todo lo que promete y lo hace de forma estupenda.

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Ya hace muchos años que llegó a mis manos una copia del Penguin Party que editó AMIGO, un juego de caja pequeña, que compré con cientos de partidas a las espaldas y sin saber ni siquiera donde, solo por el hecho de ser del autor que es. En aquella temporada compraba juegos por su diseñador, sin más pretensión que probar un diseño de alguien concreto que solía darme buenas experiencias. Puede que las expectativas templadas hicieran que el recuerdo sea tan bueno que a día de hoy, más de una década después, siga recomendando este pequeño gran juego.

Penguin Party boardgame juego de mesa

Penguin Party es un diseño sencillo y transparente. No propone nada que no se vea de un plumazo, no hay capas como en una cebolla y no hay estrategias que no se perciban. Es un juego honestamente filler, sin más pretensión que dar pequeñas dosis de grandes decisiones y, su mejor baza, que es apoyarse en el metajuego de intuir qué cartas tienen nuestros rivales para poder imaginarnos sus intenciones.

Una partida se divide en una serie de rondas, algo que le sienta especialmente bien tanto por su azar a la hora de recibir cartas, lo cual no influye tanto como cabría esperarse, como por la elevada adicción que genera. Es un título ideal para la sobremesa o para poder pasar una tarde charlando mientras colocamos cartas en la pirámide, ya que sin quererlo vamos a estar echando la revancha.

No es que el juego esté vacío de contenido, ni mucho menos, pero es el perfecto ejemplo de decisiones constantes de pequeño impacto, ya que nunca vamos a tener nada por seguro. En Penguin Party jugamos desde el principio con la certeza de que todas las cartas no caben en la pirámide y que no sabemos, ni sabremos, qué cartas tienen los demás. Esto no solo hace que se dinamice el juego, por no poder valorar demasiado nuestras posibilidades, sino que nos fuerza a sacar conclusiones con cada carta que pongan nuestros contrincantes. Y es que la pirámide no deja de ser una representación física de nuestras probabilidades de seguir colocando una carta más que, en definitiva, es un punto negativo menos.

Penguin Party boardgame juego de mesa

Dentro de lo sencillo de su reglamento, cabe destacar que las rondas van ganando importancia a medida que se construye la pirámide, pudiendo llegar a contar cuántas cartas restantes quedan en las manos de los rivales y pudiendo, así, ajustar nuestras maniobras. Todo esto es algo ligero y natural, pero que transmite esa sensación, sobrevalorada, de control. Eso permite que en Penguin Party no nos sintamos totalmente perdidos.

De la escalabilidad es un juego que suelo sacar a mesa en su rango algo de jugadores. Dado que lo que más destaco de él es la necesidad de intentar deducir qué intenciones tienen mis rivales, no lo disfruto demasiado en pareja, y prefiero cualquier número alrededor de los cuatro jugadores. Tampoco se resiente a un mayor número, puesto que no se alarga la partida ni se pierde la esencia.

De las ediciones del juego, debo destacar que esta que hoy presento de Open’N’Play me parece una buena reedición de la propuesta clásica. Vuelven los pingüinos y vuelve en una caja pequeña y sencilla. Esta edición, por desgracia, no está disponible en nuestro territorio, aunque sí podemos encontrar su reimplementación bajo la temática de Juego de Tronos, que aunque funciona exactamente igual y se basa en una gran franquicia no generó especial revuelo pero sigue estando disponible en tienda.

Penguin Party boardgame juego de mesa

En resumen, Penguin Party es uno de esos juegos que nunca va a faltar en mi estantería. Un filler sencillo y directo, que propone una sola idea, sencilla y azarosa, pero que obliga a los jugadores a intuir y tomar decisiones, a veces poco fundadas, pero constantes. La virtud del título es que no esconde capas ocultas ni estrategias, sino una propuesta directa y plana que nos ofrece una interacción constante y apta para toda la familia. Tanto por su sencillez como por su diversión y amplio abanico de jugadores, es uno de esos títulos que no me asusta sacar a nadie y que, aunque puedan quedar con ganas de algo más duro, siempre da momentos divertidos y comentarios de las propias partidas, algo que es más que suficiente para una buena sobremesa.

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Pros

  • Una idea original, sin florituras que sigue siendo disfrutable, demostrando que lo sencillo es efectivo.
  • Un clásico de Knizia que nos hará mirar a los rivales constantemente e intuir sus cartas.
  • Para todas las edades, dado que sus reglas pueden ser entendidas incluso por los niños de la casa.

Contras

  • Sin profundidad alguna, siendo una propuesta plana y encarada a divertir sin complicaciones.
  • Muy caótico a su número máximo de jugadores.

Este juego ha sido cedido por Open’N’Play para poder redactar la reseña así como tomar las fotos. Gracias por el detalle.