Diseñador/a:Manolis VranasJamie Sajdak
Ilustrador/a:
Editorial:Smirk & Laughter Games
Idioma:Inglés, independiente.
Número de jugadores:2
Duración:15-30 min
Edad mínima recomendada:8+
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¿DE QUÉ VA? 

En SHŌBU encontramos un abstracto que apuesta por una producción detallista y original para traernos un juego en el que la planificación y control espacial hace que se pueda volver un reto contando con solo dos reglas. Un juego con madera, cuerda y piedras que bien podría ser carne de bricolaje para muchos manitas, pero que debemos valorarlo también por la idea que propone.

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¿CÓMO SE JUEGA?

En SHŌBU encontramos cuatro tableros, en dos tonos de madera distintos. Cada jugador tendrá un tablero de cada color y, separados por una cuerda, encontraremos los dos tableros restantes. De esta manera la cuerda separa los tableros locales de cada jugador y, verticalmente, veremos dos columnas en dos tonalidades de madera distintas.

Para empezar, cada jugador coloca cuatro piedras del color que le represente en las filas más cercanas a su posición en los cuatro cuadrantes de juego. De esta manera cada uno de los tableros de cuatro por cuatro contendrá una fila de las piedras de cada jugador, opuestas a la del rival.

Unas piedras más uniformes nos hubieran encantado, pero son perfectamente funcionales.

El objetivo en SHŌBU es sencillo: expulsar de uno de los cuatro tableros a todas las piedras del rival. ¡Solo en uno de ellos!

En turnos alternos, los jugadores llevarán a cabo dos fases que deben ejecutarse en este orden:

  • MOVIMIENTO PASIVO: durante este primer paso del turno, el jugador activo debe elegir una de sus piedras en uno de los tableros locales, es decir, uno de los dos que tiene más cercanos a su asiento. Esta piedra elegida puede moverse ortogonal o diagonalmente, una o dos casillas. En esta primera fase no podemos empujar las piedras, por eso mismo se llama movimiento pasivo. Durante la partida verás que al no poder empujar otras piedras, podremos bloquear movimientos al rival.
  • MOVIMIENTO AGRESIVO: tras haber movido esa primera piedra, el jugador debe, obligatoriamente, mover otra piedra en uno de los tableros del color contrario. De esta manera, si el primer movimiento fue en el tablero local de color oscuro, ahora deberemos reproducir el mismo movimiento con cualquier piedra de alguno de los dos tableros de madera clara. El movimiento debe ser idéntico en dirección y extensión y, en esta ocasión, si empujamos a piedras rivales.

Todo queda más claro con un ejemplo en dos pasos:

Eres el jugador negro y en un tablero del rival puedes llevarte la partida si empujas dos casillas hacia la izquierda a la última ficha blanca.
Por desgracia, en la fase pasiva no puedes mover ninguna de tus fichas dos pasos hacia la izquierda dado que se encuentran bloqueadas por otras piedras. Además, recordemos que para poder llevar a cabo el movimiento agresivo sobre los tableros claros el primer paso debería ser mover en tu tablero local oscuro, el de la derecha. ¡No podemos ganar aún!

En el momento en que un jugador saque de uno de los cuatro tableros a todas las piedras rivales, la partida será terminada inmediatamente.

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¿QUÉ NOS PARECE?

SHŌBU es, especialmente, una oda a la planificación en un formato abstracto que esperamos que tenga la visibilidad que merece.

Cabe destacar que, además de los abstractos, disfruto especialmente con los juegos bien producidos. Si ya con LINJA disfrutaba tocando el bambú, la presentación de SHŌBU me entró por los ojos desde el primer momento, pese a venir de una editorial que no está especialmente enfocada a este corte de juegos.

Antes de meternos en materia, está claro que hay que hablar de sus materiales de producción, algo que parece ser carne de bricomaníacos. Con unas maderas, unas pocas piedras y una cuerda tienes el juego, pero tampoco podemos olvidarnos que su PVP es de 30$ y que en el momento en el que os dejo esto escrito, tenemos copias disponibles en Amazon.es a ese precio, algo poco abusivo para la calidad de sus componentes. De su producción solo puedo reprocharle una mayor uniformidad en forma y color de las piedras, que distan de las fotografiadas en la portada, pero que cumplen su función sin problema alguno. Está claro que es un producto fácil de replicar, como pasa con la gran mayoría de abstractos, pero cabe destacar que una idea también tiene un valor, y en este sentido SHŌBU tiene una buena idea detrás que merece reconocimiento.

En cuanto al juego, encontramos algo más que el típico abstracto. Aunque inicialmente temiera que fuera otro juego similar a lo que GIPF Project nos ofrece, quedando fácilmente superado por otro título de mi colección, SHŌBU ofrece una gran libertad de movimientos que hacen que la planificación sea mayor que en la media de juegos de esta categoría.

El hecho de que en SHŌBU encontremos cuatro tableros y esa manera que tiene de jugar de forma cruzada hace que, además de premeditar bien tus turnos, si lo hacemos de forma adecuada, podamos tener mayor libertad de movimiento a cambio de una mayor dificultad de mantener a raya al rival en esos cuatro frentes abiertos.

No solo tienes que pensar en tu movimiento agresivo antes de llevar a cabo el pasivo, sino que también debes pensar en algunos turnos posteriores para ver si, con la partida suficientemente avanzada, sigues teniendo alguna ficha con la que hacer el movimiento pasivo que te deje dar ese golpe de gracia de forma agresiva. En ese sentido, SHŌBU no se corta en jugar con los bloqueos, algunos de los cuales los acabaremos haciendo nosotros mismos por necesidad.

Una de las sorpresas que noté al jugar las primeras partidas es que, a medida que el juego avanza, además de la tensión creciente propia de la situación, los turnos dejan de ser movimientos independientes y requieren de tener espacio en tus tableros locales para luego volverte agresivo y echar a las pocas piedras que le queden a tu contrincante. Aunque puede que no se vea en una primera partida, con el tiempo también te vas dando cuenta de la importancia que tiene jugar en casa e intentar dominar en tus tableros locales, en lugar de hacer lo propio en los dos más alejados de tu lado de la mesa. La libertad de poder moverte en tus dos tableros de forma pasiva es más que suficiente para ser escurridizo y dificultarle a tu rival los empujones venideros.

En definitiva, SHŌBU es un abstracto que, además de su producción, me ha parecido una gran propuesta en la que juegas con cuatro tableros y bajo unas sencillas reglas que exigen más de lo que aparenta. En este abstracto la planificación y el jugar sobre tus tableros locales ganan importancia a medida que se le echan partidas y, tras más de una docena, parece que se ha ganado un hueco en la estantería por su originalidad y posibilidades tácticas que ofrece.

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Pros

  • Un abstracto que requiere de una intensa planificación.
  • Las opciones de movimiento son mayores de lo que cabría parecer.
  • Una producción cuidada y atrevida.

Contras

  • La heterogeneidad de las piedras incluidas en color y forma.

Este juego ha sido cedido por Smirk & Laughter Games para poder redactar la reseña así como tomar las fotos. Gracias por el detalle.