Hoy os hablamos de un proyecto autoeditado y poco conocido por nuestras tierras. Se trata del pequeño Farmer Olaf.

El título ha sido diseñado y autoeditado por Marcin Pietkiewicz. El juego puede disfrutarse de 2 a 5 jugadores, con una duración de una media hora y una edad mínima de tan solo 10 años, dada su sencillez.


¿DE QUÉ VA?

En Farmer Olaf tomaremos el rol de granjeros intentando producir el máximo de productos con nuestros crecientes recursos. Intenta obtener los animales que mejor encajen en tus establos y no te olvides de intercambiar lo que no necesites con los otros granjeros. ¡El libre mercado es muy beneficioso para los ganadores!

En este juego encontramos un juego centrado en la gestión de mano, de una forma ligera, y un peso importante en el comercio entre jugadores, lo cual hace que el juego tenga una interacción posible, aunque dependiente del resto de jugadores. Todo ello viene en una presentación original que pretende que juguemos en cualquier lugar gracias a su caja-expositor de cartas.


¿QUÉ LLEVA EN LA CAJA?

El contenido de la pequeña y robusta caja es:

  • 140 cartas, incluyendo referencias.
  • Un reglamento multi-lenguaje, incluyendo un robótico español.

En cuanto a calidad, la caja se muestra sólida, algo importante para cumplir la función de soporte sobre la que jugaremos las cartas que vayamos descartando.


¿CÓMO SE JUEGA?

En Farmer Olaf deberemos separar las cartas en distintos montones antes de empezar, para poder exponerlas en la caja y no necesitar de más espacio sobre la mesa que el de la misma caja.

Deberemos separar en distintos montones las cartas verdes y naranjas del resto.

El objetivo del juego es conseguir más puntos que nuestros rivales granjeros. Para ello, los jugadores irán obteniendo cartas y, cuando puedan, procesarán recursos para obtener productos. Las cartas verdes son las que nos otorgan puntos de victoria, así que nuestro objetivo es conseguir llegar a producirlas.

Por turnos, los jugadores roban una carta de reverso beige y, si pueden, llevan a cabo alguna acción.

Con unas pocas cartas distintas, el juego nos propone combinaciones de ellas que nos permiten ir obteniendo productos que, en definitiva, son la fuente de puntos de victoria.

Las cartas de fondo beige representan elementos de la granja, animales o comida para los mismos, que los jugadores deberán tener en su mano para procesar en cartas con valor para el final de la partida. Todos estos requisitos vienen descritos en la referencia del juego:

A través de imágenes la carta de referencia nos cuenta los requisitos y los resultados.

Pese a que la partida tenga un formato de turnos, los jugadores pueden intercambiar cartas entre ellos en cualquier momento de la partida. De esta manera, incluso fuera de su turno podrán intercambiar cartas. A diferencia de la mayoría de juegos, en Farmer Olaf deberemos cumplir nuestra palabra, haciendo que cada trato sea vinculante, aunque este requiera de productos que actualmente no podamos entregar a la otra parte.

Cuando tengamos cartas suficientes, los jugadores podrán llevar a cabo en su turno intercambios de este tipo:

Para conseguir un jamón, el jugador requiere una pocilga limpia, un cerdo y tres sacos de comida. El resultado es un jamón, una carta de producto que nos dará puntos al final de la partida, pero también nos ensuciará la pocilga…

De esta manera, el jugador que tenga las cartas de la izquierda puede conseguir el jamón que vemos a la derecha:

Los distintos edificios de la granja se ensucian tras ser usados, por lo que estas cartas tienen dos orientaciones, que se identifican por los iconos en sus esquinas:

Cuando ambos mazos de robo se agoten la partida terminará y los jugadores podrán contar los puntos obtenidos durante la misma. Cada carta verde ofrece tres puntos, excepto la leche, que solo da dos puntos, puesto que es más fácil de conseguir.

El jugador con más puntos será el ganador de la partida. ¡Serás el mejor granjero del lugar!


¿CÓMO QUEDA EN LA MESA?

Farmer Olaf cuenta con una caja que sirve de sujetacartas. De esta manera, no necesitamos más mesa que la justa para apoyar nuestros codos. Robaremos de la propia caja y descartaremos en la misma. ¡Genial!


¿QUÉ NOS PARECE?

Farmer Olaf es uno de esos proyectos que coges con ilusión por ser una idea original y producido de una forma ingeniosa, pero que no funciona como debería.

No es novedad que nos atraen los proyecto independientes, especialmente si vienen en caja pequeña y tienen un acabado así de simpático. Por todo eso ya tenía nuestra atención, por lo que pudimos obtener una copia el pasado Essen.

La propuesta de Marcin no era mala, un juego especialmente basado en la interacción entre jugadores, con mucha mano izquierda para el intercambio y el comercio. Eso puede que no sea suficiente para muchos, pero se trataba de un proyecto novel y autoeditado que, sin buscar ser el máximo exponente en originalidad, sí pretendía ofrecer un juego ligero y muy social.

La exagerada libertad de intercambiar cartas con otros jugadores hace que, en cierto modo, se espere una amortiguación del azar, dado que dos jugadores podrían intercambiarse lo que necesiten para seguir produciendo. Idealmente la cosa es sencilla, pero todo se derrumba con las proporciones de cartas y los beneficios de algunas de ellas. Por poner un ejemplo, el hecho de que haya pocas llamas hace que los jugadores no se desprendan de ellas bajo ningún concepto o que, generalizando un poco, haya partidas en las que el comercio sea casi inexistente.

Puede que seas de los que no disfrutas con la interacción, pero es que si a Farmer Olaf le quitas ese intercambio entre jugadores, nos quedamos con un juego que depende exclusivamente del azar. Toda nuestra suerte dependerá de obtener las cartas apropiadas, cosa que no dependerá de nosotros.

Al menos hay una simpática alpaca en el mazo.

Es algo decepcionante ver como un primer proyecto cae en algo así, que se nota tras la primera partida y que no ves como puede ser distinto aunque cambie el grupo de juego. Una idea interesante, aunque conservadora, dentro de una caja bastante agradecida para que pueda jugarse en cualquier lugar, pero que deja de tener interés en cuanto te das cuenta de que las proporciones de las cartas no incentivan el cambio y que hay algunas cartas más suculentas que otras.


PUNTOS POSITIVOS

  • Un primer título interesante: con unas reglas sencillas pretende atrapar a jugadores de todas las edades junto a su arte minimalista.
  • El diseño de la caja: haciendo que no necesitemos mesa para disfrutar del mismo. Un elemento original que no es habitual en proyectos autoeditados.

PUNTOS NEGATIVOS

  • Una distribución de cartas insatisfactoria: haciendo que dependamos de intercambios entre jugadores que, en muchas ocasiones, no tienen un incentivo especial y pueden ser poco frecuentes, haciendo que en tu mano pueda haber cartas que no son utilizadas hasta que la fortuna nos entregue el resto de requisitos para sacar provecho de la misma.

Este juego ha sido cedido por Marcin Pietkiewicz para poder redactar la reseña así como tomar las fotos. Gracias por el detalle.