Como las tradicionales chapas, en Crokinole encontramos reglas sencillas y un turno rápido que atrae a todo tipo de jugadores.
Después de cientos de partidas, hablamos de Crokinole, posiblemente el mejor juego de flickeo que nos ofrece diversión inmediata y una curva de aprendizaje leve pero existente.
Fabricante: | Croki Board |
Número de jugadores: | 2-4 |
Duración: | 20 min |
Edad mínima recomendada: | 6+ |
¿DE QUÉ VA?
Crokinole es un juego de habilidad y flickeo tradicional de un más que probable origen canadiense en el que los jugadores deslizarán piezas de madera, o de otros materiales, en busca de un control de área para puntuar en forma de cancelación, para sumar puntos en cada ronda calculando la diferencia entre ambos jugadores.
¿CÓMO SE JUEGA?
Crokinole es un juego que podemos disfrutar de dos a cuatro jugadores, por lo que vamos a basarnos en las reglas a dos jugadores para entender lo que propone. Durante la partida intentaremos marcar Crokinoles, introduciendo las fichas en el espacio central, pero también controlar zonas, intentando que nuestras fichas se mantengan lo más céntricas posibles.
Cada jugador, o cada equipo, recibe 12 fichas que, en caso de jugar por equipos, repartirán entre los miembros del grupo. Empezando por un jugador elegido al azar, y prosiguiendo en sentido horario, los jugadores lanzarán uno de sus discos hasta acabar con la docena de fichas para pasar a la puntuación de ronda.
Los jugadores deben lanzar su ficha desde el borde exterior del cuarto de tablero frente al que se sienten. En el caso de ser cuatro jugadores, los miembros de un mismo equipo se intercalan, de modo que se sienten uno frente al otro y sus turnos siempre vayan alternándose con un turno del equipo rival.
El objetivo, como hemos dicho, es intentar colocar la ficha en el hueco central o, al menos, acercarnos tanto como sea posible. De esta manera, si no hay fichas rivales, intentaremos marcar ese deseado Crokinole que otorga 20 puntos o, al menos, quedarnos en la área central del tablero, incluyendo si tocamos sus bordes. Si nuestra ficha no acaba en ese área central delimitada por los ocho bumpers metálicos, que harán que cualquier lanzamiento precise de buena puntería si no queremos rebotar en los mismos.
Pronto habrá fichas del rival en el tablero y la cosa se complicará un poco más. En nuestro turno deberemos tocar, al menos, una ficha rival si no queremos que nuestra ficha sea eliminada. No importa qué ficha toquemos y podemos realizar carambolas si nos atrevemos, pero si tu ficha o tu carambola no toca una ficha rival, retiraremos todas las fichas que participen en el lanzamiento fuera del tablero.
Cualquier Crokinole anotado durante la partida se retira del espacio central y nos sumará 20 puntos. Cuando las doce fichas hayan sido lanzadas los jugadores puntuarán por la posición de dichas fichas sobre el tablero, pudiendo puntuar 15, 10 o 5 puntos dependiendo de la zona en la que se encuentren y teniendo en cuenta que si invade dos zonas siempre puntuará la más baja.
Para puntuar, el sistema clásico nos hace comparar las puntuaciones de cada jugador y el ganador obtendrá tantos puntos como la diferencia. Así, se llevarán a cabo varias rondas hasta que algún jugador exceda los 100 puntos.
Como puntuación alternativa o puntuación de torneo, cada ronda ganada otorga 2 puntos y en caso de empate se otorga 1 punto por jugador. El jugador con más puntos tras cuatro rondas sería el vencedor.
¿QUÉ ME PARECE?
Crokinole es, sin lugar a duda, el juego de flickeo por excelencia y una de las experiencias que mezcla la accesibilidad y la técnica de una forma ideal. De esta forma, encontramos un juego que se disfruta desde un primer momento pero que nos permite mejorar con una curva de aprendizaje agradecida, siendo siempre un juego divertido y rápido de jugar.
Debo confesar que Crokinole es, posiblemente, el juego al que más horas he invertido por, precisamente, la premisa comentada al principio: es accesible y rápido, por lo que difícilmente se juega una sola partida cuando sale a mesa. También debo decir que siempre he disfrutado de los juegos de destreza, sean o no de flickeo, y posiblemente Crokinole sea el que más se disfrute, dejando un lugar de honor a Carrom, del que deberé hablar para compararlos más adelante.
La mayor virtud de Crokinole es que la sencillez de sus reglas y el dinamismo de los turnos permiten que cualquiera al que se lo cuentes difícilmente se resista a probarlo. Su forma de puntuar es sencilla y, fuera de la necesidad de darle a una ficha rival, el turno es la inmediatez de intentar acercarnos lo máximo al centro. Esa fluidez de turno se une a dos elementos más interesantes aún. Por una parte, las distancias que recorremos en Crokinole, de aproximadamente 30 centímetros cuando buscamos ir al centro, hacen muy accesible el juego para un nuevo jugador que, con suerte o destreza, puede marcar algún satisfactorio Crokinole en su primera partida. Lo segundo es que, además, Crokinole es un juego muy táctico que no pretende ni permite trazar estrategias. En otras palabras, los jugadores verán como la situación cambia turno a turno, por lo que deberán reaccionar al escenario que su rival ha dejado sobre el tablero.
Estos elementos resaltados de Crokinole se oponen a Carrom, un juego que adoro pero que, por sus contras, sale mucho menos a mesa. Si decíamos que Crokinole era accesible, fluido y táctico, Carrom es estratégico, penalizador y más difícil de entrada. Para quien no conozca Carrom, el tradicionalmente llamado billar hindú, cuenta con un percutor que hace de bola blanca como en el billar tradicional y el tablero cuadrado cuenta con agujeros en sus esquinas. Adicionalmente, Carrom cuenta con un sistema parecido a la bola negra del billar, haciendo que debamos preocuparnos por el orden en el que intentamos marcar los tantos.
De la misma forma podemos comparar Crokinole con Klask, un juego que sin ser de flickeo se asemeja a el juego que hoy reseñamos por su inmediatez y diversión desde el primer instante. Aunque Klask es un maravilloso juego que nos recuerda al air hockey, su ritmo más vertiginoso lo distancia de Crokinole, haciendo que posiblemente no sea tan disfrutable para los que buscan turnos pausados. Aun así, en Klask encontramos otro gran ejemplo de un título que, en una primera impresión parece plano y sencillo, pero que juega con la atracción de las piezas inmantadas para dar una serie de opciones a los jugadores más avanzados.
Uno de los problemas de estos juegos tradicionales es el uso de materiales especiales. Originalmente el arce canadiense era la madera más utilizada, pero los nuevos materiales y las coberturas están al orden del día. De esta forma, los más entendidos comparan no solo los materiales sino los encerados, como los de Woodestic, que cambian la constante de fricción de las fichas con el tablero, cambiando así la experiencia de juego. En este sentido, lo más importante es que nuestro tablero cumpla las medidas de campeonato para tener un estándar en lo más básico, que es el tamaño del terreno de juego y las propias fichas. Cuando entramos en el peso y las alturas de dichas fichas, vemos pequeñas diferencias a las que, al fin y al cabo, podemos acostumbrarnos. En definitiva, los materiales que encontramos en el mercado son variados y entre las novedades encontramos el producto que sale en todas las fotos de esta entrada, el epoxi. Por suerte, en Madrid encontramos a Toni, un artesano y amante de Crokinole que actualmente realiza tableros y fichas de epoxi, un material que tiene varias ventajas a tener en cuenta. Gracias a la capa de epoxi sobre la madera del tablero y a que las piezas están fabricadas, directamente, en dicho material, la fricción es mucho menor y la experiencia se asemeja a la de los tableros de mayor encerado como los de la mencionada Woodestic.
Tanto para el anteriormente mencionado Carrom como para Crokinole es frecuente usar un polvo blanco, que antaño se trataba de fécula de patata procesada, para mejorar el deslizamiento de las piezas sobre el tablero. Aunque Crokiboard, la marca de Toni Woods, también nos proporciona la posibilidad de comprar dicho producto, las necesidades sobre el epoxi son mucho menores que sobre una madera porosa o que haya perdido parte del encerado. Aun así, si combinamos este material plástico y los polvos, encontramos una fluidez que se acerca al air hockey y que, como siempre, puede ir a gusto del consumidor.
También encontramos fichas fabricadas en epoxi, cuyas medidas y peso se basan en las fichas de competición. Además de poder fantasear con la mezcla de colores semitransparentes y detalles en blanco, el epoxi confiere una superficie más lisa que la madera de otras marcas. La altura y peso de estas fichas se asemeja a las fichas de campeonato, siendo algo más gruesas y ligeramente más pesadas que las de los Crokinoles de Mayday, uno de las empresas referentes por sus campañas de mecenazgo de tableros con una gran calidad/precio.
Después de remarcar lo divertido que es jugar a Crokinole hay que alabar también sus diferencias a distinto número de jugadores. Mientras que a dos jugadores sentiremos un mayor control de la situación, aunque podemos encontrarnos con fichas rivales que nos quedan muy poco accesibles, a cuatro la experiencia permite más control del tablero en su totalidad y una pequeña gestión de zonas más sencillas de abordar por cada componente del equipo. También hay variantes para jugarlo a tres jugadores, donde la diversión se mantiene pero el equilibrio propio del tablero se ve mermado. Aun así, lo mejor es contar con un tercer color para poder jugar en todo su abanico de posibilidades.
Por todas estas razones Crokinole es posiblemente uno de esos juegos que requiere de una inversión y cierto espacio en casa, pero que pronto os devolverá ese sacrificio en incontables horas de diversión. Tras muy pocas partidas iremos entendiendo que además de marcar esos suculentos Crokinoles el juego no deja de ser un control de áreas en el que deberemos ponderar empujar fichas rivales a zonas de menor puntuación, o idealmente fuera del tablero, mientras las nuestras se acercan al centro con su rebote. A esta obvia evolución se le unen otras formas de operar, buscando siempre apoyarnos en la protección de los bumpers para complicar al rival el hecho de expulsarnos o quedarnos en nuestra mitad del tablero para que los tiros largos sean una necesidad para nuestro rival. Todos estos pequeños pero sustanciales detalles convierten a Crokinole en una maravilla que sabe equilibrar la diversión con la técnica.
En definitiva, no tengo duda alguna de que Crokinole es el juego de flickeo por excelencia por saber divertir desde el primer minuto pero no caer en un diseño plano. Sus sencillas reglas se unen a una experiencia de juego muy fluida que hará que los nuevos jugadores pronto sientan que pueden controlar la situación y que la técnica se refina en cada partida que echamos. De esta forma, Crokinole divierte pero exige, otorgando una sencilla pero visible curva de aprendizaje que hará que las partidas las contemos por docenas. A esto le unimos una buena escalabilidad que ofrece sensaciones variadas pero satisfactorias a números más elevados, haciendo que Crokinole sea un juego que ocupa y requiere de una inversión, pero que sin duda nos devuelve una experiencia difícil de igualar.
Pros
- Sin miedo a equivocarme, el mejor juego de destreza y flickeo por su sencillez y profundidad a partes iguales.
- Un título accesible y para todas las edades, al que es muy difícil negarle una partida por su dinamismo.
- Un juego en el que pronto se aprecia la importancia de proteger nuestras fichas y controlar las distintas áreas, algo que aprenderemos de forma natural en pocas rondas.
- Todo un mundo por descubrir con distintas calidades y materiales sobre los que jugar dependiendo de las necesidades y pretensiones que tengamos.
Contras
- Requiere de una inversión y espacio suficiente para jugarlo con comodidad.
- A tres jugadores la experiencia está por debajo del resto de números de participantes.
Este juego ha sido cedido por Ton Woods para poder redactar la reseña así como tomar las fotos. Gracias por el detalle.
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Meeple sano in corpore sano.
Doctor Meeple es el alter ego de Sergi, médico de día y jugón a tiempo completo. En esta afición he encontrado un espacio en el que recrearme haciendo fotografías de detalle y evadirme moviendo cubos, algo que pretendo plasmar en cada una de las entradas que encontraréis aquí y en otras redes. ¡Nos vemos por las mesas!