Hoy traemos una sorpresa de lo más agradable, con un juego tan atípico que es difícil de comparar y más difícil aún rechazar una partida.
Mezclar colores nunca fue tan divertido ni me vienen a la cabeza muchos juegos que implementen tan bien la inmersión mediante una aplicación sin trasladar el juego de la mesa al dispositivo digital.
Diseñador/a: | Andreas Wilde |
Ilustrador/a: | Andreas Wilde |
Editorial: | Devir |
Idioma: | Español |
Número de jugadores: | 1-6 |
Duración: | 25 min |
Edad mínima recomendada: | 12+ |
¿DE QUÉ VA?
En Soviet Kitchen deberemos cocinar, sí, pero bajo la escasez y precariedad de la guerra. Para ello tendremos ingredientes nada apetecibles, incluso reactivos, pero que serán una fuente energética y de color. Mezcla bien los colores en la aplicación para que el resultado se parezca a lo que buscamos en color, tono y saturación. ¡No es tan fácil!
¿CÓMO SE JUEGA?
A Soviet Kitchen podremos jugar en su Modo Desafío o a su Modo Campaña, el cual explicaremos en este apartado. Todos los modos requieren una aplicación, para tableta o móvil, requiriendo que el dispositivo tenga cámara frontal.
En Soviet Kitchen jugaremos con los colores. En las cartas encontramos elementos escasamente aptos para la comida, pero a los que deberemos recurrir para mezclarlos en la picadora y tener algo que llevar al estómago en tiempos de guerra. Cada carta tiene dos elementos diferentes:
La parte trasera de las cartas contiene toda la magia: un QR le indicará a la aplicación el código RGB del color.
El sistema de juego es sencillo. Dependiendo del número de jugadores tendremos una mano de cartas acerca de la cual podremos hablar con nuestros camaradas. El objetivo siempre será preparar un plato cuyo color sea lo más similar posible al que la aplicación nos muestra. Para conseguir el resultado los jugadores deberán usar cartas, habitualmente una por jugador, cuyos colores se mezclarán gracias a la aplicación.
A esto el juego añade una capa de gestión de toxicidad. Cada carta tiene un valor que indica cuán tóxico es el alimento, intentando mantenernos a raya con ello para no matar a nuestro siguiente cliente. Tras cada plato la toxicidad del marcador se irá reduciendo progresivamente, pero el proceso está completamente automatizado por la aplicación.
Las misiones propuestas por la campaña irán exigiendo un nivel de coincidencia de color cada vez más elevado, una cantidad de rublos mínima o menos matrioskas (el símil a las vidas que nos propone Soviet Kitchen).
Como no podía ser de otra manera, también encontramos cartas con efectos añadidos. Aunque inicialmente solo podremos encontrar un evento que permite intercambio de cartas con otros jugadores y una combinación de hoz y martillo que nos ofrece una coincidencia soviéticamente exacta, a medida que avancemos los capítulos de la campaña conseguiremos ingredientes más y más extraños y habilidades tan divertidas como las primeras.
¿QUÉ ME PARECE?
Soviet Kitchen ha sido una sorpresa en toda regla. Un juego que no se parece a nada y que justifica, sobradamente, la implementación de aplicaciones en los juegos de mesa. Es un vivo ejemplo en el que vemos como la tecnología puede complementar la experiencia de juego, siendo un elemento esencial y que permite romper las barreras de lo que hasta ahora entendíamos por componentes.
Soviet Kitchen no es nuevo, sino que salió hace tres años, causando cierto revuelo por su mecánica de mezclar colores. De una editorial pequeña como HYBR salía un proyecto que no solo se lanzaba a la piscina de utilizar la app como parte del juego, sino que lo hacía de un modo tan bien implementado que sorprende, y para bien. Viniendo de dicha editorial, me alegra ver como Devir se interesa por establecer lazos con editoriales de menor trayectoria y que apuestan título a título, sin importar su origen.
Soviet Kitchen nos quiere hacer jugar con los colores y sus mezclas, poco más y poco menos. El juego presenta una idea tan sencilla como genial que permite que la diversión sea tan inmediata que no necesitemos ni leer el reglamento para empezar a jugar.
A través de un modo historia para nada inmersivo, el juego se excusa para ir cambiando los objetivos de las partidas e incrementar la dificultad de las mismas a través de 21 misiones. Para que superar la campaña no sea el final, también contamos con un modo desafío en el que competiremos con jugadores de todo el mundo.
Personalmente, lo que más disfruto en Soviet Kitchen es la mezcla de colores. Lo habitual en este juego será debatir acerca de las opciones que tenemos en mano para hacer una “suma” que acabe generando algo suficientemente parecido. El debate, la descripción de los colores y las formas de comunicarse son suficiente para que ya pueda recomendar el título por ser algo único en su especie. Todo lo demás son accesorios bien implementados que le dan forma al juego.
Me refiero a que, por ejemplo, el sistema de gestión de toxicidad es algo que nos transporta a la gestión de recursos que, por suerte, aquí es muy sencillo y se calcula automáticamente por la aplicación. Se entiende que mecánicamente haya un modo de perder más allá de mezclas poco coincidentes, pero la toxicidad es algo que normalmente solo tendrá peso en partidas avanzadas donde haya que ser prudente con algunas cartas como los residuos nucleares. Lo mismo pasa con las cartas que dan algo de profundidad a la experiencia, ya sea intercambiando cartas o permitiendo eliminar el siguiente color que aportemos a la mezcla. Estos detalles son indispensables para crear un juego pero todo el mérito lo tenemos en la genial implementación de la mezcla de colores.
Y es que soy el primero que me quejo de tener que leer QR en Crónicas del Crimen por lo anticlimático que me parece, pero en Soviet Kitchen todo funciona como la seda. Sea un móvil o una tablet, con solo colocar la carta en el aire, por encima de la pantalla, es captada casi instantáneamente por la aplicación. Esto hace que no sintamos que hay una barrera tecnológica, sino que todo fluye como debería, solo teniendo que levantar un poco la carta antes de descartarla. Me sorprende que funcione tan bien incluso en salones con luz cenital, y es un alivio.
La temática es algo particular. Si bien el tono humorístico encaja, no es de extrañar que ya tenga una reimplementación más apta para el público infantil. Sin ser para nada desagradable, no dejamos de ridiculizar una situación crítica a nivel histórico, puesto que tenemos que dar de comer lo poco que tenemos a nuestro alrededor. En mi caso tengo clara la postura, apreciándolo más por su originalidad y por saber sacar un tema diferente que ni siquiera es el idóneo temáticamente hablando, ya que sería más sencillo proponer una mezcla de colores bajo otras ambientaciones, pero que me ha sacado más de una carcajada.
En cuanto a escalabilidad, Soviet Kitchen funciona sin problema a todo número de jugadores, incluido el solitario. Si bien es cierto que la propia aplicación determinará el número de cartas en mano y cuantas deberemos mezclar, algo que simplifica los cambios a distinto número de jugadores, considero que la experiencia en Soviet Kitchen tiene un elemento comunicativo que se enriquece al ser jugado acompañado, obligándonos a describir lo que buscamos y tratar de dar con una alternativa que encaje con el resultado esperado. A cuantos más jugadores, que pueden ascender a seis, el control del resultado puede ser menos exacto, pero la diversión fuera de la mezcla de los colores merece la pena.
En definitiva, Soviet Kitchen es uno de esos juegos que no se solapa con ninguna ludoteca. Es único en su propuesta que parte de la idea básica de la mezcla de colores y que se apoya de una forma magistral en una aplicación. Encontramos un juego simple en sus mecánicas que deja que los jugadores hablen y cooperen en búsqueda de tonalidades variadas que podremos objetivar gracias a la implementación de una app que sorprende por su increíble respuesta y que aporta una funcionalidad imposible de implementar sin el uso de un dispositivo electrónico. Con Soviet Kitchen tienes un título divertido pero que se vuelve exigente y que te propone un juego cromático como ninguno hasta el momento.
Pros
- Nunca antes se había jugado con la mezcla de colores de esta manera en un juego de mesa.
- Pese a requerir una aplicación, se implementa adecuadamente y no rompe el dinamismo del juego.
- Un cooperativo difícil de superar pero de reglas sencillas, apto para jugadores de todos los rangos.
- Incluye una campaña que nos incita a jugar, y mucho, a este juego cuya mecánica central es su mayor punto fuerte.
Contras
- La temática puede no encajarle a algunos jugadores, aunque sea en tono de humor.
Este juego ha sido cedido por Devir Iberia para poder redactar la reseña así como tomar las fotos. Gracias por el detalle.
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2 Comments
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Meeple sano in corpore sano.
Doctor Meeple es el alter ego de Sergi, médico de día y jugón a tiempo completo. En esta afición he encontrado un espacio en el que recrearme haciendo fotografías de detalle y evadirme moviendo cubos, algo que pretendo plasmar en cada una de las entradas que encontraréis aquí y en otras redes. ¡Nos vemos por las mesas!
Hola, te escribo porque de idiosincrasia.comprar.el juego hace meses. Lo pasamos genial jugando. Pero hemos perdido una de las cartas de las dos matrioskas del pueblo 2. Podría pedirte que nos pasaras la.foto de.los códigos qr? Es que no se.como recuperarlo si no. Mil gracias.
Escribid a la editorial que seguro que os pueden echar una mano 🙂